En este mes de febrero al seguir leyendo y ahondando en la encíclica Laudato si los números 199 al 201, me quedo con la palabra que más se repite diálogo.
El texto nos habla de diálogos con otras religiones, diálogo entre distintas ciencias… un diálogo que vaya orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad….
Cuando releo esto, dejo que me resuene por dentro y me digo: estos diálogos serán posibles, cuando sepamos – en nuestra vida cotidiana- dedicar tiempos, paciencia, generosidad para dialogar. A veces nos colocarnos como poseedores de la verdad absoluta, los que tienen la única razón, como propietarios de todo y de todos… y quizás necesitamos creer que la realidad se construye a base de micro-relatos, de narraciones distintas que, como piezas de un puzle , acogidos, dan una visión de la realidad más rica y positiva.
Quizás me puede parecer, nos puede parecer, que no estamos en lugares de diálogos con otras religiones, ciencias… Cada vez estoy más convencida de que en nuestros pequeños lugares y ambientes convivimos con lo diferente y, en algunas ocasiones, quizás una de las primeras reacciones que tenemos puede ser juzgarlo y valorarlo “como bueno o malo” según nuestra posición, lugar…
En la vida ordinaria hay una invitación constante, permanente a dialogar; necesitamos seguir creciendo en aprender a ESCUCHAR.