Después de la tarde del jueves 24 de agosto, donde desde todos los lugares fuimos llegando a Salamanca, lugar “sagrado” y “evocador” para las Hijas de Jesús, nos juntábamos para cenar en Mostenses  entre abrazos y alegría por vernos después de tanto tiempo, para hacer vida el objetivo de estos días:

Encontrarnos, compartir la vida y la misión de la Provincia

La mañana del viernes 25 tras un rato de oración comenzaba con  la charla de Mariña Rios, religiosa de la Compañía de María, que nos venía a motivar para que seamos mujeres de esperanza, porque nuestra esperanza es alguien,  tiene nombre: Jesús. Nos invitaba a “reflectir” para sacar provecho  a lo largo de su charla dividida en dos partes: La primera parte la tituló  “¿Esperanza en la disminución? Y la segunda: “Cuando las ramas se agitan las raíces se abrazan”. Partía con una pregunta inicial enmarcada en la realidad que vive hoy la V.R de decrecimiento numérico y de irrelevancia social: ¿Cómo ser en nuestro aquí y ahora mujeres apostólicas de esperanza?

Lo primero que nos propuso fue preguntarnos qué es lo que nos duele en medio de este “decrecimiento” ¿no ser fuertes? ¿Ser menos? ¿Ser irrelevantes? ¿O no poder servir a todos los que necesitarían la buena noticia del Evangelio? ¿Nos duele que el carisma no se pueda transmitir? Preguntas importantes porque, dependiendo de qué nos duela, así nos situaremos ante Dios.

Quiso suscitar esperanza en la “disminución” iluminándonos con tres focos de luz:

Nuestro seguimiento de Jesús pobre y humilde, los aprendizajes vividos durante la pandemia y unas palabras del Papa Francisco. También hay focos de luz que podemos nombrar y reconocer en las entrañas de nuestro carisma.

Completó esta iluminación con dos figuras “luminosas” para contemplar: María, en la Anunciación, donde  Ella experimenta como Dios la hace fecunda en su pequeñez. Y la M. Cándida que también experimentó la pequeñez y la debilidad en medio de realidades muy complejas. Ambas fueron mujeres de una honda experiencia de Dios, que vieron engendrar vida espiritual de su pobreza.

La segunda  parte de su exposición la tituló: ”Cuando las ramas se agitan, las raíces se abrazan” como dice un proverbio africano. Es lo que ocurre bajo tierra, que las raíces de los diferentes árboles se unen y sostienen todos los árboles del bosque. A pesar de vivir tiempos complejos que pueden agitar las ramas de nuestras congregaciones también estamos viviendo la experiencia de sentir cómo nuestras raíces se pueden abrazar  en medio de la agitación. Por eso, Mariña nos invitaba a hacer memoria de la historia de la Congregación y de lo que cada una ha vivido en ella para preguntarnos: ¿Qué momentos he vivido de “ramas agitadas” y cómo y en qué he reconocido que las raíces del árbol se abrazaban y  nos entrelazaban?

Estamos llamadas a engendrar futuro de esperanza abrazando las raíces y dejándonos abrazar por ellas. El mundo nos presenta nuevos retos para los que sentimos que no estamos preparadas, y discernirlos es imprescindibles.  La actitud del discernimiento en lo cotidiano forma parte de nuestro modo de proceder.

Tenemos que ser muy lúcidas en los modos de abordar el hoy de nuestra V.R  en su totalidad. De ahí su pregunta ¿Cómo vivimos ser misión en todas las dimensiones y en las diversas etapas de la vida? Porque vivimos vocación y misión hasta el final de nuestras vidas. Se trata de apostar por la vida afrontando el presente desde la raíz, como CUERPO congregacional, provincial, local. No viviéndonos en singular sino en plural, apostando por la Congregación para que de vida evangélica. Solo así, confiadas en el Señor, sin miedo a la agitación de las ramas, tocando juntas nuestras raíces y dejándonos abrazar por ellas, el árbol congregacional dará sus frutos.

Mañana intensa, pero rica en cuestiones vitales que preparó nuestro interior para disponernos a recorrer por la tarde, divididas en grupos , el Espacio Expositivo santa Cándida, dejándonos acompañar  por ella , siguiendo paso a paso  su experiencia vital y su obra, en un recorrido lleno de simbolismo, de historia, que nos trasladaban a nuestras raíces , fortaleciendo nuestro sentido de pertenencia, con un corazón agradecido al reconocer tanto bien recibido  de ella, de su carisma que nos identifica y nos enraiza en el seguimiento de Jesús pobre y humilde, que sigue llamándonos hoy ,en  estos tiempos de reducción numérica, de irrelevancia social, a ser  como Él , una de tantas, dejando que su fuerza se realice en nuestra debilidad , colaborando con Él en su misión, llenando muchas vidas de esperanza, en este mundo nuestro un tanto desesperanzado.

Terminamos la jornada con la Eucaristía en Montellano, presidida por Santos Pinto, hermano de Faustina Pinto y tío de Tere Pinto.

No te pierdas la segunda parte del artículo pinchando aquí.

Mª Carmen Escalante, FI