Cada 9 de agosto nos trae su propio mensaje.  Esta fecha aniversario del paso a la Vida de Cándida María de Jesús,  nos encuentra a su familia religiosa ampliamente considerada –Hijas de Jesús y compañeros de camino tantos laicos y laicas-,  podemos decir que en movimiento o dicho con las palabras de Francisco “en salida” …

Durante estos meses han sido no pocos los cambios en los diversos continentes donde estamos:  nuevos gobiernos provinciales,  directores y titulares,  formadoras,  nuevas comunidades ampliadas,  reestructuración de las actuales,  otras que se trasforman y/o se cierran, envíos de hermanas de un punto a otro de la geografía universal y local …¡cuánto movimiento!.

Y sin embargo,  caemos en la cuenta de que no es el cambio por el cambio, sino de que éste responde a la entraña de nuestra vocación-misión.  Somos para ir,  allí donde seamos enviadas por una necesidad mayor,  porque el Cuerpo entero se compone de personas y grupos que requieren ajustarse,  reordenarse para un mejor servicio a la misión.

No deja de ser un motivo de alegría vivir esta misión compartida y asumir que los cambios nos afectan a todas las personas que en ella estamos involucradas,  sea porque cambiamos de lugar y responsabilidad,  sea porque cambia nuestro entorno.

A mí me ayuda una doble reflexión:  a nivel personal me pregunto ¿qué me supone un cambio? ¿cómo lo vivo y me vivo como parte activa y corresponsable en el Cuerpo? ¿cómo ejercito la libertad,  la disponibilidad,  el saber soltar y dejar ir para asumir otro lugar,  otras hermanas,  otro contexto? …

Y si paso al nivel corporativo,  me siento ayudada cuando veo que otras hermanas y laicos/as me trasmiten su alegría disponible, su colaboración allí donde se nos necesite.  Entonces experimento que el Cuerpo está vivo,  que si nos re-encantamos con la invitación a seguir ofreciendo el evangelio a través de la educación y mantenemos la única misión con multiplicidad de tareas, la comunión en la raíz del árbol nos da la savia que necesitamos y así producimos ramas y flores y frutos con una gran diversidad que nos enriquece.

En esta fiesta mi deseo es traspasar las apariencias para ir al fondo de nuestro ser de enviadas/os, para saber que las mediaciones son humanas y por tanto limitadas, pero que son puente para llegar a la meta y no para quedarnos en ellas. Salir, soltar,  ir,  cambiar … cuesta;  comenzar algo nuevo supone riesgo,  cierta dosis de valor… pero se nos regala liberación,  hondura,  sentido de nuestra vida y eso vale la pena!. 

Para los “tiempos recios” que nos toca vivir necesitamos apoyarnos mutuamente,  sin duda Cándida María de Jesús se suma a esta apuesta y nos empuja siempre hacia delante,  puestos nuestros ojos y corazón en el Señor que nos llama y envía.

¡Gracias,  compañera de camino,  Madre y Fundadora,  porque tú también saliste una vez y viviste en éxodo permanente!. Queremos seguir tus huellas en el hoy de nuestra historia,  allí donde estemos sembrados para florecer a tu estilo,  con ese aire tuyo de familia que compartimos.

¡Feliz 9 de Agosto!

María Luisa Berzosa fi

De Orcasur a Entrevías