Llegó cuando ya no la esperábamos. Por sus cartas y comunicaciones sabíamos la intensidad y ajetreo de su vida en estos últimos meses, debido al momento actual de la Fundación, los preparativos de la CG XVIII, con viaje a Roma incluido, etc.
Ya no la esperábamos… pero llegó, y en poco tiempo cubrió muchos frentes. Fueron tres días intensos en los que dedicó tiempo al encuentro con la comunidad; tiempos formales e informales en los que escuchó a cada hermana, sembró y alentó la esperanza y dio pistas para responder a la realidad concreta en la que estamos insertas como comunidad; tuvimos animadas “conversaciones espirituales”, nos puso al día y sació nuestros interrogantes y curiosidades sobre la Fundación, la provincia, la congregación, la vida religiosa actual…
Repartió muy bien el tiempo entre las dos casas y barrios. En Candelaria, se asomó al barrio de Pajaritos, participando en la Eucaristía de la Blanca Paloma, previa a la celebración penitencial de los confirmandos adultos de las parroquias Blanca Paloma-Candelaria, hoy unidad parroquial. En el colegio, tuvo un encuentro con algunos directivos y desde la casa de Virgen de los Reyes le llegaba, como música de fondo, el bullicio de los niños y adolescentes de nuestro colegio Juan Nepomuceno Rojas
No visitó el barrio de Santa Cruz, ni los lugares y parques de esta bella ciudad; no sabemos si siquiera de lejos divisó la Giralda que domina Sevilla… pero sí pisó la ronda del Tamarguillo un mediodía caluroso y se llevó en sus sandalias el polvo de sus descuidadas calles y, en sus ojos, las desconchadas viviendas que encubren la vida de tanta gente del grupo de los vulnerables, excluidos, es decir, de los predilectos de Jesús que habitan estas barriadas.
Gracias, Mari Carmen, por tu paso. En medio del calor y los aprietos de final de curso tu presencia ha traído una bocanada de “aire fresco que nos ha sabido a evangelio y a congregación”.
La Comunidad de Sevilla