Graciela Francovig y Teresa Pinto visitan Sevilla
La comunicación de que, por fin, Graciela y Teresa podían venir a España, el que Sevilla era su primer destino, la rapidez con que han pasado estos dos días, casi todo ocurrido simultáneamente… Todavía estamos bajo los efectos de la sorpresa porque, como todo lo bueno, ha sabido a poco. Con todo, han sido unos días intensos, entrañables, de familia.
Hemos compartido, con el interés y la implicación de lo que es propio nuestro, la realidad de la Congregación, con sus luces y sombras; con las noticias, no por ya sabidas, menos interesantes, de las nuevas presencias de frontera y de la disponibilidad de las hermanas para ir a ellas. ¡Ojalá las circunstancias de nosotras también lo permitiera! Las acompañamos de corazón y pedimos fuerza para cada una.
El colegio las ha recibido con inmenso cariño y los párrocos del barrio les han comunicado su agradecimiento por nuestra presencia en él.
Como no podía ser de otra manera, nos dimos un espacio para asomarnos a Sevilla. Tuvimos un magnífico guía, Jorge Palma, profesor del colegio, que nos explicó, en síntesis, la vinculación de la ciudad con los comienzos de Latinoamérica y su evolución hasta el momento actual. Cuando estábamos finalizando la breve excursión, entusiasmadas viendo el edificio de la plaza Alfaro, primer hogar de menores en el que las Hijas de Jesús vivieron, nos despidió una tromba de agua, que nos hizo llegar rápidamente a la casa y prepararnos para la reunión, que fue el broche de oro de la visita.
Agradecemos mucho el ambiente cordial, sencillo y fraterno de estos días y, aunque se dice que nunca segundas partes fueron buenas, nosotras, después de la experiencia de esta primera, sí esperamos que la segunda sea mejor, sobre todo con más tiempo para saborearla más.
Comunidad Madre de Dios- Sevilla