Del 16 al 21 del pasado mes de febrero, tuvimos el regalo de acompañar la experiencia de Ejercicios Espirituales (EE.EE.) a un grupo de directivos de los colegios de la Fundación Educativa Jesuitinas.

Fue un regalo ser testigos de lo que Dios fue trabajando en el interior de cada persona. Nosotras acompañamos entre el asombro y la gratitud, mirando con temor y temblor, y sintiendo que pisábamos tierra sagrada.

Damos gracias a Dios y a cada una de las personas con quienes compartimos esta aventura.

Os dejamos con sus palabras, que lo expresan mucho mejor.

Pakea Murua, Ana Cantalapiedra y Mª Luisa Berzosa

Hijas de Jesús

Tras una semana de ejercicios espirituales en Loyola, la última mañana, Alejandro Labajos, el jesuita que celebraba la eucaristía de cierre, nos sorprendió hablando de cómo los paisajes en los que crecemos forjan, en cierta manera, nuestro carácter. Creo que es una buena metáfora de lo vivido estos cinco días.

Algunos han salido a caminar o correr por los jardines y bosques que circundan la casa de espiritualidad y el Santuario de Loyola, otros hemos salido a admirar y fotografiar su belleza… y ahora pienso que ese caminar o mirar exterior no es sino el reflejo de todos los senderos que hemos recorrido en silencio, en oración, en las capillas, en nuestras habitaciones… a lo largo de este tiempo.

Cada uno veníamos con una expectativa distinta. Ahora, de vuelta a nuestro hogar, volvemos con los ojos llenos del verde que habita este paraje y con el alma saciada del encuentro con Él… quizás con nuestra expectativa colmada por el camino.

Después de unos días de reposo de la experiencia que he tenido de Ejercicios, con estas breves líneas voy a dejar resonar un poco mi interior.

Dejarte llevar por el silencio, la contemplación, por tu corazón y desde ahí el Espíritu va actuando, te va interpelando, te vas encontrado con tus sentimientos (a veces un tanto encontrados), tus sueños, tus miserias, tus fragilidades, tus dones…

De esta gran experiencia brota en mí un sentimiento de AGRADECIMIENTO por lo mucho recibido desde que te levantas hasta que te acuestas. Me llevo una maleta llena de grandes sueños, ilusiones, compromisos, proyecciones… de aire fresco que me invade y se adentra en mí.

Mirar al mundo desde los ojos del otro te hace ser a ti copartícipe del Reino. Me siento en la obligación de compartir, animar, mirar, sentir, contagiar… En definitiva, de conjugar el verbo AMAR (… y echarlo a andar).

Los EE.EE. fueron para mí un gran regalo y me ayudaron a descubrir la presencia de Dios en lo sencillo de mi día a día, me permitieron ver con claridad que, si vacío mi corazón de «mi yo misma», entonces este podrá ser ocupado por Dios . 

Fueron muchos los deseos y sensaciones que me invadieron a lo largo de la semana: deseo de mirar con la mirada de Dios, deseo de tener un corazón semejante al de Jesús, un corazón que es asiento de emociones, actitudes, deseos, sentimientos llenos de bondad para todo el mundo, deseo de ponerme en actitud de perdonar y ser perdonada… y deseo de ENCUENTRO, un deseo enorme de encontrarme con Jesús, un deseo que se hizo realidad.

Experimentar que para Dios no hay nadie insignificante, todos y cada uno de nosotros somos importantes para Él tal y como somos. A partir de ese momento quedé totalmente enamorada de Dios…. ¡y eso que yo creía que ya lo estaba!!.

Oración renovadora que abre la mirada al interior, te hace más sensible a la presencia de un Dios que nos ama y está presente en cada momento. Gracias por poner tu mirada en mí. Me siento enviado a ser tus manos en el caminar cotidiano.

Agradecemos el entusiasmo, la entrega y el acompañamiento de Pakea, Ana y Mª Luisa.