Este verano he tenido la oportunidad de vivir dos experiencias con jóvenes universitarios, dentro de la plataforma Magis, una de ellas en Santiago de Compostela, en el programa de acogida a peregrinos “Apertas”, y la otra en Almería, en el campo de trabajo de las Hijas de Jesús “Construyendo puentes”, en el barrio de Piedras Redondas.
Ambas han sido distintas pero me han dejado el poso de poder vivir el servicio desde la vocación, y la vocación desde el servicio.
Tras unos días de descanso, y pasando por el corazón lo vivido con calma, comparto algunas de las cosas que más me han sorprendido (habitualmente no suelo relacionarme mucho con universitarios, la verdad) y algunos movimientos internos:
- Los jóvenes buscan. Ya están en búsqueda: de sentido, de respuestas, de espacios donde sentirse comprendidos sin juicios…, de Dios.
- Son valientes en el compartir desde dentro, exponiéndose; y lo son aún más al dejarse interpelar por la realidad, por lo que viven, descubren y sienten. No se contentan con lo aprendido, ni con cómo son las cosas; son exigentes con ellos mismos y con el mundo.
- Necesitan y piden espacios para celebrar y compartir la fe entre ellos y con la comunidad, que les permitan preguntarse por lo que desean de verdad, por lo que el mundo necesita, por aquello a lo que Dios les invita en su vida.
- El Espíritu ya está actuando, haciéndose presente en sus preguntas, en su capacidad de abrirse para hacer cosas nuevas, en su alegría y generosidad en el servicio, en su deseo de autenticidad y de vida plena. Estando con ellos, se siente a Dios presente… no puede dejar de sentirse…
- No hay que ir a buscarles ni a convencerles de nada. Ellos están ya en camino, reclamando interlocutores, compañeros, referentes… haciendo preguntas sin vergüenza sobre las cosas que les importan, o que no entienden, o ante modos de vida que no conocían… Han hecho o están haciendo experiencia personal de encuentro con ese Dios que aparece en su vida y la llena (como todos hemos hecho)… y quieren que esa presencia marque su presente y su futuro.
Se me hace difícil transmitir lo que ha sido este verano para mí, como Hija de Jesús en formación. De una forma extraña voy aprendiendo que la acogida puede ser increíblemente sanadora, que la escucha en silencio es a menudo lo mejor que puedo decir, que no es tan importante el qué (qué hacemos, tareas concretas…) sino el cómo (cómo las hacemos, nos situamos, desde dónde, desde Quién…).
Solo puedo compartir que me siento (personalmente y como parte de este Cuerpo) llamada a estar, desde lo pequeño y cotidiano, desde el no saber muy bien cómo hacerlo a la práctica, ni estar en mi “zona de confort” y a pesar de no tener demasiadas respuestas (aunque sí deseos de acoger y acompañar las preguntas que tengan…).
Creo que tan solo ese estar, ya es regalo, oportunidad y camino de Vida compartida, para nosotras y para el mundo.
Termino con una imagen, cedida por una de las jóvenes participantes en la experiencia de Almería. Me habla de Dios, al que dicen que le gusta escribir la Historia con renglones torcidos, de colores, diferentes, mezclados y llenos de nombres.
Esther Sanz FI
Madrid