Mª Dolores Álamo nos envía unas palabras tras la celebración sus Bodas de Oro

Quiero expresar en breves líneas algo de lo compartido en La Fontiña donde nos encontramos las Hijas de Jesús de Galicia para celebrar mis cincuenta años de consagración al Señor. El día no pudo ser más bonito y el lugar, ideal para el encuentro.

Llego hasta aquí con el bloque de mis emociones, detalles, luces, oscuridades, colores…

Ahora, en la distancia, siento cerca mis recuerdos de familia, Hijas de Jesús con las que tanto he compartido, y los niños, compañeros, padres, catequistas… Entre mis luces y sombras experimento una íntima alegría que me habla de lo que ha sido para mí esa magia de educar.

Presento al Señor mis años con todo el jugo de la realidad vivida. Él ha ido irrumpiendo en mí y sigue haciéndolo como quiere y no como yo me imaginaba. Lo importante es que no me ha dejado aun sin ser yo consciente, muchas  veces, de ello.

Resuena mi corazón en fiesta, lleno de agradecimiento, por tantos dones recibidos.

Sí, muchas gracias a todos vosotros, con los que he  tenido la oportunidad de sentir el gozo de la misión que nos une, esos trabajos en equipo que tanto me han enriquecido. Sí, muchas gracias por vuestra cercanía, me sigue llegando, por encima de los kilómetros y el tiempo. Entonad conmigo un canto al Señor y pedidle una bendición para el grupo que hemos celebrado estos cincuenta años de gracia. Que, como nos dice Mª Inez en su carta de felicitación, en el tiempo que nos siga regalando, mantengamos la esperanza, el buen humor y la capacidad de alegrarnos en medio de todas las circunstancias de la vida.

¡Muchas gracias a todos!

María Dolores Álamo