Este es el lema de Entreculturas para el presente curso.   Desde el comienzo los dibujos,  las frases, el árbol … nos acompaña;  se ha querido insistir en el cuidado de la tierra,  de hacernos cargo de la “casa común”  y por tanto incorporarlo desde lo que es el centro de nuestra misión:  la educación.

Se ha hecho el inicio de curso –“la vuelta al cole”- en nuestro Colegio de María Reina y en otros muchos que forman parte de la Red Solidaria de Colegios.

Queremos representar cómo una educación transformadora y de calidad es fundamental para construir un mundo de igualdad y respeto a la Naturaleza, para articular una ciudadanía global que ponga en marcha nuevos modelos de producción y consumo que generen sociedades sostenibles e igualitarias. 

Es hora de cuidar la Tierra,  que es nuestra casa,  que nos enseña cómo vivir,  cómo relacionarnos con otros seres vivos,  es nuestra mejor escuela.

 

La educación es clave para:

–       Capacitar a las personas para que hagan un mejor uso de los recursos que la Tierra nos ofrece

–       Construir nuevos modelos de producción y consumo que generen sociedades sostenibles e igualitarias

–       Mejorar la resiliencia ante desastres ambientales y el cambio climático

–       Articular una ciudadanía global que puede poner en marcha los cambios necesarios para un futuro de equidad y sostenibilidad.

 

Ayudemos a educar y educarnos para cuidar y recuperar nuestra mejor escuela: la Tierra.

Sobre todo,  no nos olvidemos de que todos los seres humanos que habitamos el planeta tierra,  estamos comprometidos con su conservación para que los recursos lleguen a todos,  esa desigualdad grande que sufrimos,  ese aprovechamiento de sus riquezas en pocas manos pero en cantidades escandalosas y nada o muy poco en tantos otros,  es un clamor incesante que debe sacudir nuestras conciencias y despertarnos a un compromiso cada día más consciente y traducido en pequeños o grandes gestos, pero todos orientados a cuidar lo que recibimos para que se multiplique y alcance a la universalidad de  nuestro mundo.    

Por María Luisa Berzosa fi