Hablar de la enfermedad, del dolor, del cuidado y de la entrega gratuita no siempre es fácil. Es más, resulta complicado en nuestra sociedad. María Montoya y Elena Boyé son dos madres que vivieron la enfermedad de hijos y el dolor por su muerte. El Colegio Mayor Berrospe, en la semana solidaria y coincidiendo con el Día de la Mujer, el 8 de marzo, las invitó a compartir con nuestras colegialas su testimonio de vida, cargado de realismo y de esperanza.

Cada día es un regalo

Nacho nació en el año 2016 con una enfermedad muy rara: el Síndrome de Ondine. «Es una mutación genética que consiste en que el sistema autónomo no funciona y deja de respirar cuando duerme, cuando está cansado o, simplemente, cuando tiene un catarro», aclara María Montoya, su madre. Asegura que de la noche a la mañana el salón de su casa se convirtió «en una UCI» y la familia hacía turnos para que Nacho no estuviera solo en ningún momento. Durante los cinco años de vida del pequeño Nacho, su marido y ella hacían turnos nocturnos de 4 horas cada uno.  María era maestra en un colegio y pidió una excedencia para dedicarse completamente al cuidado de su hijo. “No me considero una súpercuidadora, soy solo una madre que dio la vida por su hijo cada día, y que tuvo la gran suerte de poder cuidar a un superhéroe”, expresa con la voz quebrada y con la seguridad de haber conocido el amor más puro: el de amar incondicionalmente sin esperar nada a cambio. Desgraciadamente, Nacho falleció en el año 2021 y, aunque María transmite alegría, esperanza y mucha vida, la ausencia en su corazón es enorme.

El legado de Nacho pasa por dar a conocer los cuidados paliativos pediátricos que María alaba y reconoce como una gran ayuda para toda la familia: “Hemos sido capaces de vivir la enfermedad, de despedirnos de él y de recorrer el duelo con ellos”. Ahora, sin él, María descubre con fuerza que la fe le llena de esperanza en llegar al Cielo y de volver a ver a su hijo.

Una gran fortaleza

A los 13 años, Elena Tertre se enfrentó a una enfermedad llamada osteosarcoma, un tipo de cáncer de huesos que conforma el 3% de los casos de cáncer infantil. Surge en la etapa del crecimiento y afecta, sobre todo, a las articulaciones. Después de muchas sesiones de quimioterapia y de pasar varias veces por el quirófano, falleció a los 15 años. “Nunca se quejó, tenía una gran fortaleza”, afirma su madre, Elena Boyé, fundadora de la Fundación que lleva el nombre de su hija para apoyar a otros niños que padecen esta misma enfermedad. Tal y como asegura, nunca habló de su enfermedad, ni se despidió. Siempre se refugió en la música y dejó como legado una preciosa canción que compuso ella misma. Confiesa que su relación con Dios le ha ayudado a vivir este tiempo y a sentirse, a pesar de todo, feliz. Además, ha invitado a las colegialas del Colegio Mayor Berrospe a “aprovechar el momento” y a “poner el foco más en los demás”.

COLEGIO MAYOR BERROSPE