En las pasadas semanas, la comunidad educativa de Herrikide (Tolosa) pude acoger la cruz de Lampedusa, la denominada cruz de los emigrantes. Toda una experiencia con la que despertar la importancia de vivir aprendiendo a no volver el rostro ante esa dura realidad. Inmaculada Eceizabarrena FI, nos cuenta cómo vivieron esa jornada:

La cruz de los emigrantes. La cruz de los que amenazados por la muerte a causa del hambre, la guerra, la persecución, salen de su tierra en busca de una tierra que les dará la vida. En ese camino a la Vida, que no tiene vuelta atrás, muchos murieron en Lampedusa y uno de ellos , con la barca rota, coge las maderas del mismo y hace una cruz para el papa. El papa no quiere ese regalo para él, quiere que viaje por todo el mundo para que ese grito de los emigrantes se oiga y nos interpele y nos solidarice y nos haga humanidad con estos nuestro hermanos. 

Esa cruz  vino a Guipuzcoa, y nosotros la quisimos acoger en Herrikide (Tolosa). Estuvo un día entre nosotros. Por la mañana, en Secundaria y Bachiller, por la tarde en nuestro colegio entre profesores y niños de 3º a 6º de Primaria. Un vídeo nos mostraba un poco esa situación, hicimos un rato de  silencio y fuimos acercándonos a tocar la cruz o a besarla.  A continuación, profundizamos en la experiencia a partir de una rutina de pensamiento: ¿Qué he visto? ¿Qué preguntas me salen? ¿Qué me hace pensar?

Al salir de la celebración les dimos un corazón rojo, simbolizando el corazón de Jesús que vino a salvarnos y al que poder preguntarle: ¿Qué tengo que hacer? Al volver a clase, compartimos las respuestas dadas a la pregunta formulada.  Escuchamos: muy buenos  deseos, con mucha inquietud, sacando lo mejor de cada uno… un regalo escuchar  el corazón de los niños.

Ya por la tarde, en la parroquia  Santa María, a las 19 horas, tuvimos una oración de acogida-adoración de esta cruz, que en ella están clavados tantas personas; hombres, mujeres, niños… que salen de su país en busca de una vida más digna… Esta cruz, lleva el dolor el sufrimiento, la soledad, la indiferencia…  Ojalá podamos vivir aprendiendo a  no volver el rostro ante esta realidad.    

Inmaculada Eceizabarrena FI

Tolosa