Viernes 25

Estos días tenemos Aula solamente por las tardes, lo cual es un alivio, aunque en casa hay lectura que hacer para prepararnos a la votación final del Documento.

Cuando el Papa ha abierto la sesión, inmediatamente pidió perdón, como Obispo de Roma, y explicó el sentido de la Pachamama, ante el agravio que sufrimos hace unos días con las imágenes de la misma que fueron arrojadas al río. También nos comunicó que han sido rescatadas y se encuentran en poder de la Gendarmería y están considerando la posibilidad de que estén en la misa de clausura el próximo domingo. Enseguida se dio la noticia a los medios.

Se muestra en pantalla el regalo que el Papa nos hace a todos los participantes: una preciosa medalla que tiene por un lado el escudo pontificio y por el otro un paisaje amazónico con la cita del Génesis: “Y vio Dios que todo era bueno”. Y que recogemos a la salida.

Después, el Relator General ha presentado el Documento ya terminado y listo para la aprobación final, después de que la comisión redactora haya incorporado tantísimas enmiendas como se recibieron de los grupos de lenguas. La tarea es ingente porque, después de varios días de intervenciones, hay que hacer con ellas un borrador que siempre es un bosque hasta que se va puliendo. El trabajo de los grupos es maravilloso porque es ahí donde, con la contribución de todos y todas, se va reflexionando punto por punto para recoger todas las voces.

Cuando se va vaciando el Aula, un grupo de mujeres nos acercamos a saludar a Francisco. Nos bendijo y nos hicimos las consabidas fotos, siempre con su buen humor, con ese talante de no prisa que hace su encuentro tan agradable…

Hemos terminado esta sesión antes de lo previsto y ya comenzamos a sentir el alivio del final, y también el cansancio que aparece al aflojar la tensión. Al final de la tarde salí con algunas hermanas a celebrar este tiempo de trabajo que toca a su fin. El lugar era “L’insalata rica” que hace honor a su nombre… La noche era espléndida y pudimos estar fuera; la que dirige todo es una mujer argentina, así que nos sentíamos muy en familia.

Ayer llegó nuestra hermana Silvia Rozas, directora de la Revista Ecclesia, para cubrir el final del Sínodo, así que es una alegría sentirme acompañada en estos espacios que compartimos.

 Sábado 26

Disfruto la mañana en casa con desayuno largo por la tertulia que se da sin prisa, al ser sábado. El tiempo es maravilloso y aprovecho la terraza y el jardín para leer con calma el Documento que se va a votar esta tarde.

Salgo con tiempo amplio para llegar y por el camino, cuando nos vamos encontrando, se siente ese aire de despedida. Comenzamos la votación puntualmente y fue rápida porque el sistema electrónico lo permite. Son 120 número distribuidos en 5 capítulos y en poco más de una hora estaban todos votados y aprobados.

Seguidamente Baltazar Porras, cardenal delegado que hoy presidía, nos dijo unas palabras de agradecimiento primero al Papa Francisco y después a todos los participantes; y lanzaba el desafío de este camino abierto que no se puede ya detener. Y hablando de la experiencia vivida, citó a un autor argentino muy admirado por Francisco: Jorge Luis Borges, del cual recordó estos versos:

No puedo darte soluciones para todos los problemas de
la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes
y no caigas.

Después Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, también agradeció el trabajo de tantas personas a lo largo de estas semanas. Y cerró la sesión el Papa con unas palabras que fueron el broche de oro de la sesión y de todo el proceso sinodal. Adjunto el documento porque me parece que confirma y amplía el Documento Final.

Después voy con Silvia a la conferencia de prensa del Vaticano para dar a conocer dicho Documento. Está llena de periodistas de todo el mundo. Responden los secretarios especiales, Czerny sj y Martínez Aguirre op, más Giacomo Costa sj del equipo de información y los responsables de la misma en el Vaticano. Largo rato de preguntas y respuestas,  muy interesante el debate que se genera.

Como el día es largo aún, tenemos tiempo de llegar a la residencia Regina Pacis, de la otra comunidad en Roma, para despedir a Anita Gallo que regresa a Argentina. Allí ha ido antes ido el resto de la comunidad para compartir un rato con las hermanas, el grupo de universitarias y Pablo, un sacerdote chileno que ha celebrado la eucaristía. Ambiente de alegría familiar que descansa, además de degustar cosas ricas.

Domingo 27

A las 10 de la mañana ha tenido lugar la eucaristía de clausura de todas estas semanas de trabajo, en la Basílica de San Pedro, presidida por el Papa Francisco y concelebrada por un número inmenso de sacerdotes, obispos, cardenales. Su homilía-comentario a la Palabra de Dios de este domingo, no ha podido ser más oportuna, centrada y con aplicaciones tan prácticas para la vida.

A la salida hemos comenzado a cantar nuestros cantos ya tan familiares: “todo está interligado”…, “avancen hacia aguas más profundas”, dándonos las manos y queriendo danzar al ritmo que nos permitía la escalinata de la basílica y los guardias que nos urgían a caminar deprisa, pero no era posible por la cantidad de gente.

Como entramos abriendo la procesión, mientras esperábamos pudimos despedirnos con la alegría del tiempo y el trabajo compartido y también con la pena de la separación.

De la casa curia acudieron todas las hermanas y disfrutamos mucho estos momentos. Nos quedamos al rezo del Ángelus y de nuevo el Papa, en su breve saludo, volvió a recordar la experiencia sinodal que ahora concluía. También nos acompañaron las dos religiosas de otra congregación que no tienen casa en Roma y viven en la nuestra para poder estudiar. Una de ellas, María, ha hecho una petición en la misa.

“El Sínodo ha sido, como dice la palabra, un caminar juntos, confortados por el coraje y los consuelos que vienen del Señor. Caminamos mirándonos a los ojos y escuchándonos, sinceramente, sin ocultar dificultades, experimentando la belleza de seguir adelante juntos, para servir”, afirmó Francisco invitando a cada uno a preguntarse: “Yo, ¿qué cosa puedo hacer por el bien del Evangelio?”.

Lunes 28

Ya terminado el Sínodo, hoy nos esperaba una invitación que se nos había hecho desde la UISG -Unión Internacional de Superioras Generales-, para compartir la experiencia a cuantas religiosas de Roma quisieran acudir.

A las 3 de la tarde un gran número de hermanas de diversas congregaciones estaban deseosas de escucharnos. Han hablado 4 religiosas de países amazónicos, otra hermana que ha trabajado en la comunicación y yo como consultora. Luego ha habido mucho diálogo no solamente de las presentes sino de las que nos seguían en línea.

Hemos agradecido mucho a la UISG su colaboración para mantener el espacio de la “Casa Común” en una parroquia vecina con actividades diversas y, sobre todo, el saludo de cada mañana del grupo madrugador que nos trasmitía tantas energías y ánimos para la jornada diaria. Y este trabajo enorme de convocar encuentros presenciales y, al mismo tiempo, por internet, en cuatro idiomas.

Yo ya termino mi comunicación porque mañana martes regreso a Madrid. No quiero hacerlo sin agradecer tantos mensajes de apoyo, oraciones y ecos diversos de estos “apuntes al paso…”. Sigo considerando un regalo inmenso haber participado y por eso creo que debo compartir la experiencia cuanto pueda y no guardármela.

Tratemos de seguir haciendo camino sinodal, sumando voces, incluyendo toda diversidad y construyendo redes y puentes que nos permitan entrelazarnos cada vez más en este camino eclesial. Ya no podemos pensarnos en solitario, la intercongregacionalidad e interculturalidad es un eje transversal que nos define hoy más que nunca como miembros de una misma familia. Hoy hemos vuelto a cantar en la UISG: “Todo está entrelazado, unidas en Él, en la casa común”.

¡Muchas gracias de corazón por vuestra paciencia! Abrazo enorme

Por María Luisa Berzosa fi