Martes 8

Mis impresiones sobre el Sínodo son todavía pocas pero intensas… Desde el domingo con la homilía tan profunda y al mismo tiempo tan aterrizada de Francisco, recibimos un buen baño de ánimo y esperanza, de alegría, de ganas de meternos en esta aventura eclesial de no poca responsabilidad e incidencia para la Iglesia y el mundo.

El comienzo de actividades el lunes con la procesión tan colorista, tan llena de danzas, de canciones, de instrumentos… me daba la experiencia de universalidad de nuestra Iglesia. Todos y todas cabemos simbólicamente junto a la tumba de Pedro… Y las palabras escuchadas a Francisco abriendo esta asamblea, fueron también un buen empuje para entrar en este Sínodo tan especial en sí mismo y con repercusiones universales.

Días intensos de escucha activa de tantas intervenciones como se dan en el Aula. Partiendo del Documento Preparatorio, bastante aterrizado -documento mártir, en palabras de Francisco, destinado a morir en estas semanas para que nazca uno nuevo-, vamos escuchando a las personas que con una buena dosis de valentía, claridad y firmeza, desde una realidad sufriente, ponen ante nuestros ojos y hacen resonar en nuestro corazón,  los gritos de esa inmensa parte de la humanidad.

Esta manera de hablar con tanta libertad y de modo directo, es una base indispensable para que el discernimiento vaya encontrando su camino, ya que la realidad es el punto de partida ineludible para seguir con los oídos del corazón abiertos y dejarnos conducir por los territorios, quizá desconocidos, que nos invitan a la búsqueda conjunta para ir descubriendo el sueño de Dios para su humanidad.

Los espacios de silencio entre las intervenciones ayudan más de lo que a primera vista pueda parecer. Dan ocasión para el descanso y el silencio profundo que envuelve el Aula en esos momentos, nos posibilita registrar los movimientos internos que se van produciendo.

Como es fácil suponer, en este Sínodo las lenguas predominantes son el portugués y el español, por lo que puedo escuchar en directo sin necesidad de traducción, lo cual también es un alivio no pequeño.

Francisco se despide esta tarde diciendo que el miércoles por la mañana “estoy en la plaza y por tanto nos vemos a las 16.30 de nuevo”.

 

Miércoles 9

Salgo pronto de casa; la luz del sol se abre paso en un cielo espléndidamente azul, con una brisa fresca que acaricia y da ligereza al paso. Cuando llego al atrio del Aula sinodal aprovecho para saludos y fotos para acompañar los textos, como me piden de nuestro equipo de comunicación y de otros medios que te asaltan al paso y te dejan poco tiempo para responder a las preguntas que les inquietan.

Personalmente procuro colaborar con su trabajo -aunque se me comprime el horario- pero también constato que a veces dichos medios se nutren de rumores más que de fuentes fidedignas. Así no ayudan a que tomen cuerpo de noticia y de verdadera información-comunicación los temas sinodales que nos interesan, pero algunos forman parte de lo que llamamos “información sensible” y, por tanto, hay que cuidar con mucho respeto el tratamiento de los mismos para que lleguen a buen puerto.

Me hago responsable de lo que digo, pero rechazo enérgicamente cualquier autoría que se me pueda atribuir por otros cauces. Y esto me parece importante tenerlo en cuenta a la hora de la comunicación, que valoro inmensamente y que no quiero apartarme de la misma. Es un elemento imprescindible en nuestro mundo, no lo dudo, por eso mismo insisto en su cuidado exquisito, casi con mimo.

Y esta misma mañana vuelven a primera plana los ataques al Sínodo desde dentro de la Iglesia. Pero, cuando se están escuchando las intervenciones en directo y se profundiza en el documento preparatorio, se intuye fácilmente que son otros los motivos de esas críticas tan negativas y del modo de hacerlas.

Cuando iniciamos la oración matutina, dos versos de salmos me llaman la atención porque sin duda tocan los sentimientos que me habitan: el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, y otro,  “no juzgara por apariencias, sino con justicia y equidad. Esto me deja en paz para continuar escuchando a mis hermanos y hermanas sinodales, y también a lo que Dios va dejando en mi corazón a través de la diversidad de voces tan ricas y desafiantes.

Y, de fondo, siguen las palabras de Francisco en la apertura: “Sínodo es caminar juntos bajo la guía del Espíritu Santo, Él es el actor principal, no lo echemos de la sala”. Y, más adelante, continuaba: “Que el Espíritu Santo se exprese entre nosotros, con nosotros, a través de nosotros y pese a nuestras resistencias, es normal que las haya”.

Hemos escuchado a lo largo del día voces femeninas, indígenas y otras que, con mucha fuerza, traen la Amazonía en su corazón porque de nacimiento o de adopción, se sienten parte y contagian las necesidades de nuestros hermanos y hermanas. Y mucho más lo hacen las personas originarias. Varones y mujeres, vestidos con sus trajes típicos, visualizan otras tradiciones, otra cultura, otro modo de expresar y vivir su fe con un cúmulo de sabiduría ancestral que nos conecta con la tierra de una manera cósmica. Palabras fuertes de una realidad que es urgente, expresadas desde el corazón y de un camino que viene siendo largo.

Hay voces sobre la Amazonía en su inmensidad y riqueza, con la problemática socio-política y económica de esta región que abarca 9 países; pero también se escucha con fuerza la dimensión pastoral porque no se puede dejar sin ayuda espiritual a tantas personas ante la carencia de sacerdotes; seguro que el Espíritu va a suscitar otras maneras de respuesta. Y de la mano de este punto, está fuertemente presente el papel de la mujer en la Iglesia,  su escaso reconocimiento cuando se ocupa de tantos campos como parte activa de la misma.

Intervienen también personas invitadas especialmente para este Sínodo, así como hermanos de otras iglesias no católicas. Todos y todas, desde el diálogo interreligioso, buscando lo que nos une y señalando que las diferencias que nos separan no son tan grandes ni tan graves y que la Amazonía, y otras zonas de nuestro planeta, nos necesitan unidos para afrontar el complejo mundo que habitamos.

Las sesiones de Aula son moderadas de manera alternativa por los 3 cardenales nombrados por Francisco: Pedro Barretto sj, de Perú y lo hace en castellano, Baltasar Porras, de Venezuela, también en su lengua y Joao Braz,  del Dicasterio para la vida religiosa en el Vaticano, lo hace en portugués. Cada uno según su estilo nos ayudan a la escucha activa y al silencio profundo, recordando algún texto bíblico o invitándonos a cantar algunos de los mantras que ya se nos han hecho familiares: “tudo está interligado como se fossemo um, tudo está interligado nesta casa comum”.

La última hora de la tarde se dedica a escuchar resonancias del día; el Papa ha pedido la palabra y nos ha hecho un eco magnífico de lo escuchado en el Aula en cinco puntos: violencia de la mujer, laicos/as, culturas, congregaciones religiosas y formación de sacerdotes.

Hemos terminado esta primera parte de sesiones en el Aula, -congregaciones generales- en el lenguaje sinodal;  mañana día 10, comienzan dos días de trabajo en grupos por lenguas -círculos menores-. Cambia la dinámica por la propia lengua y por el número de los participantes, pero lo dejo para el próximo capítulo de estos “Apuntes al paso”…

Muchas gracias por vuestra lectura y los ecos que me hacéis llegar. Seguimos…

Por María Luisa Berzosa fi