El día 21 de abril, domingo del Buen Pastor, se celebrará la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de las Vocaciones Nativas. Es una iniciativa del Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española, la Conferencia Española de Religiosos, la Conferencia Española de Institutos Seculares Obras Misionales Pontificias.

‘Hágase tu voluntad, todos discípulos, todos misioneros’ es el lema elegido en este año.

“Hágase tu voluntad”. Esta frase del Padre Nuestro nos habla de la presencia de Dios como Padre providente, que busca nuestro bien: esa es su voluntad. Como María, podemos unirnos a ese plan, en escucha y obediencia, hasta decir: “hágase en mí según tu Palabra”.

“Todos discípulos, todos misioneros”. En la respuesta a la llamada de Dios por Cristo en el Espíritu, hay algo que todos los cristianos tenemos en común: ser discípulos del maestro y ser enviados por él a vivir y anunciar el Evangelio. Somos “discípulos misioneros”, como dos dimensiones simultáneas de nuestro ser cristianos: “siempre aprendiendo y siempre enviados”.

La llamada de Dios es plural. Una llamada común, y al mismo tiempo, personal. En el “bullicio” de nuestro día a día, Dios nos llama a todos, hombres, mujeres, jóvenes, mayores… en medio de nuestra cotidianidad, y lo hace personalmente. Cada uno de nosotros podemos responder al amor de Dios y decirle: “Hágase tu voluntad”.

Tres son los objetivos de la jornada

suscitar en todas las personas la pregunta de qué quiere el Señor de cada uno,

invitar a orar por las vocaciones en sentido amplio,

y recordar la necesidad y la gracia de las Iglesias más jóvenes que están en otros continentes, donde se encuentran las vocaciones nativas.

Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida. Escuchar la llamada divina, lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive.

Papa Francisco

Si quieres saber más