Desde que Putin diese luz verde a un ataque a gran escala el pasado 24 de febrero, el asedio y los bombardeos en distintas ciudades ucranianas por parte de las tropas rusas no han cesado. El número de víctimas crece a velocidades vertiginosas y millones de personas han huido buscando amparo en otros lugares de Europa, convirtiéndose en el éxodo de refugiados más rápido de la historia.

En el mismo momento en el que saltó la alarma de un posible conflicto, la Fundación Solidaria Hijas de Jesús (FASFI) empezó a gestar un plan de emergencia. “Antes de que comenzara la guerra, estuvimos muy atentos a la actualidad para ver qué podría pasar y cómo podríamos ayudar en el caso de que se desencadenara el conflicto. Estábamos alerta y la misma inquietud nos llegaba de nuestros simpatizantes, socios y socias, colegios…”, afirma Pablo Zimmermann, gerente de la fundación.

Cada año, desde FASFI se aprueban los diferentes proyectos que se llevarán a cabo. Habitualmente, se desarrollan en lugares en los que las Hijas de Jesús tienen presencia y las ayudas se encauzan a través del trabajo misionero que ellas desarrollan en terreno, ayudando a comunidades vulnerables. Sin embargo, siempre se deja margen para las posibles emergencias inesperadas que puedan ocurrir también en otras partes del mundo en las que no se tenga presencia física, como Ucrania. Tal y como comenta Pablo, FASFI encuentra siempre la forma de actuar y colaborar donde se necesita: “La Familia FASFI es muy sensible a estos momentos de emergencia y crudeza y, por eso, tratamos de poner las herramientas necesarias para que cualquier persona pueda apoyar a la causa. Intentamos estar cerca de las necesidades urgentes de las personas”.

Concretamente, el plan de emergencia para Ucrania comenzó con una llamada de teléfono. Víctor Mendiguchía, director del Colegio Blanca de Castilla (Burgos), se puso en contacto con FASFI para pedir colaboración en una misión: traer a España a los parientes ucranianos de una familia del centro. Habían abandonado ya su hogar y habían puesto rumbo a la frontera con Polonia. Una vez allí, debían encontrar la manera de llegar a España. “Nos sentimos con la responsabilidad de ayudar”, confiesa Pablo y asegura que se pusieron rápidamente manos a la obra.

La respuesta de la Familia FASFI fue espectacular. En menos de 48 horas recibieron el dinero suficiente para hace posible la recogida de la familia ucraniana y, a su vez, el envío de una gran cantidad de productos humanitarios a la frontera. La avería de la furgoneta casi trunca el sueño de llevarles a España, pero, finalmente, lograron el objetivo y llegaron a Burgos tras varios días de travesía.

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Ahora mismo, existe una cierta saturación de envío de productos y tampoco hay personal suficiente para clasificarlos, organizarlos y hacerlos llegar a quienes los necesitan. Si se opta por esta opción, es mejor estar atentos a las necesidades de productos que demandan las ONG en cada momento desde la zona cero, para que tenga utilidad real el envío realizado. Sin embargo, lo más efectivo es la colaboración vía donación económica, para que sean las propias ONG, conocedoras de las necesidades a tiempo real, las encargadas de optimizar esas ayudas.

“Estaremos al lado de las familias ucranianas, como no puede ser de otra manera”, concluye Pablo. Ante una catástrofe tan sobrecogedora, se corre el riesgo de desviar el foco de atención de lo realmente importante: las víctimas. Es evidente que la situación actual dejará consigo una profunda crisis económica, pero en FASFI tienen claro su mensaje: “Hay que dar prioridad siempre a las personas antes que a los números”.

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