Encuentro de superioras: Profundizando en la Espiritualidad del Cuidado
El pasado 22 de marzo, las superioras de la Provincia se reunieron en Madrid con el objetivo de seguir profundizando en la línea 2.2 del Proyecto de Provincia: Profundizar en la espiritualidad del cuidado.
Un encuentro de reflexión y profundización
Para preparar el encuentro, cada hermana leyó, meditó y oró el artículo de Darío Mollá, “Somos si nos entregamos. Salir del propio amor, querer e interés”. Durante la jornada, hubo espacio para compartir las reflexiones y resonancias que la lectura había suscitado en cada una.
La decoración de la sala representaba los diversos prismas del cuidado, eje central del día. A lo largo del encuentro, se reflexionó sobre la evolución del cuidado a través del tiempo, desde la etapa doméstica, pasando por la vocacional, técnica y profesional, hasta llegar a la ciudadanía. Se subrayó la necesidad de un cambio de paradigma, entendiendo la ciudadanía como un sistema de relaciones y reorganización social que pone en el centro la sostenibilidad de la vida y el cuidado como una categoría relacional y política esencial para la existencia.
El cuidado en la vida y espiritualidad de Santa Cándida
Un momento clave de la jornada fue la reflexión sobre la Carta 71 de Santa Cándida, escrita el 27 de abril de 1895. En ella se identificaron elementos de cuidado que la santa vivía con naturalidad, espontaneidad y con una profunda confianza en Dios.
Se abordó el cuidado como una tarea diaria que se construye a partir de las 3F: Florecer, Fatiga y Fiesta. Como expresa Victoria Camps, cuidar no es solo atender o asistir, sino una forma de ser y de relacionarnos con los demás:
“Cuidar consiste en una serie de acompañamiento, atención, ayuda a las personas que lo necesitan, pero es al mismo tiempo una manera de hacer las cosas, una manera de actuar y relacionarnos con los demás. Cuidar implica desplegar una serie de actitudes que van más allá de realizar unas tareas concretas de vigilancia, asistencia, ayuda o control; el cuidado implica afecto, acompañamiento, cercanía, respeto, empatía con la persona a la que hay que cuidar”.
La jornada concluyó con una Eucaristía, presidida por Carlos Fraile, SJ, en un ambiente de familia y participación. La lectura del Éxodo recordó el modo en que Dios cuida a su pueblo: “He mirado a su pueblo y he escuchado su queja en el desierto”. Un cierre que invitó a seguir viviendo el cuidado como un camino de escucha, entrega y esperanza.