Encuentro de la Superiora General con la comunidad País Vasco-Navarra

Al final de la visita canónica, el 8 de marzo, tuvimos una reunión: Hermanas de  Pamplona, San Sebastián, Andoain y Tolosa con nuestra Superiora General, Graciela Francovig, y la Consejera  General, Sonia Regina, en Berrozpe, casa natal de la Madre Cándida, en Andoain.

Estuvimos muy a gusto y las tres horas y media que estuvimos junto a ellas nos supieron de nuevo a poco. Nos quedan “saudades”, en buen decir brasileño, nostalgia y añoranza. Pero, al mismo tiempo, la Superiora General nos ha estimulado a ser verdaderas Hijas de Jesús, ilustrando su disertación y sentimientos, con iconos muy nuestros y adecuados.

Un tronco, ¿el tocón de Jesé?, donde reposa el IHS que nos identifica, ha sido el primer icono. Muy acertado y de profundo sentido bíblico. El tocón sigue reverdeciendo en el IHS “un carisma vivo”.

Con sencillez amena ha ido desgranando la riqueza de nuestro acervo espiritual, que nos conviene recordar para sentirnos vivas: desde nuestras raíces, hasta el hoy nuestro que vivimos. “Dios nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo” (Ef. 1,4), es el quicio y gozne de nuestra vocación: Hijas de Jesús, que nos sitúa ya en fraternidad universal.

Alegría de encontrarnos en esta pequeña parcela, aunque el carisma compartido sigue germinando en la vasta viña universal del Señor, y en este compartir fraterno, un bucear profundo en nuestra vocación: “¿qué es lo que más, nos asombra, nos entusiasma, nos llama la atención?” Cuestiones vitales que responde con nuestras Constituciones: “… la Hija de Jesús está llamada a seguir a Jesús, amándole con toda su persona… y cuanto Él ha amado y abrazado”.

Nos ayuda a revivir la experiencia fontal del Rosarillo: “Ser hijas y tener en el centro a Jesús”, haciéndonos caer en la cuenta que, en el retablo, todo confluye en Jesús, pero “en familia”. Verticalmente: el Padre, el Espíritu y el Hijo. Horizontalmente: los abuelos de Jesús, Ana y Joaquín, que confirman la secuencia  biológica de Jesús, “el Verbo se hizo carne”, “nacido de mujer “: María. Jesús ocupa la centralidad. Y el IHS corona el retablo.

También a recapitular todas las cosas en Cristo. “Ser hijas, en el Hijo, con el Hijo y como el Hijo… ¿percibo que Jesús va siendo el centro de mi vida y da sentido hondo a mi vida?”.

Familiaridad con Dios y la sencillez en las relaciones con los demás fue algo característico desde el inicio. En nuestro nombre, en el IHS, se concentra nuestro carisma, Hijas de Jesús, que conlleva fraternidad, reconociendo la dignidad de toda persona. Ser Hijas, en Él, con Él y como Él. Esa es nuestra vocación: parecernos a Jesús, que configura y transforma nuestras vidas en perdón y paciencia.

En la pantalla nos sorprende una cruz: el crucifijo de la Madre Cándida, que usa y ayuda a Graciela en su misión de “regirnos en el Señor Nuestro”. Nos estimula a estar “pegadas a Jesús”, a ser “verdaderas Hijas de Jesús” y nos evoca la actitud de, Ejercicios, 97, “… aquellos que más querrán afectarse y señalar…”.

Une la vida comunitaria con Fratelli Tutti. Importancia del hacer, del “hacer” apostólico, que sigue al “ser”. Y en este “ser” radica también nuestra vida comunitaria: cariño, ternura, ayuda, perdón y reconciliación… Y nos destaca importantes dimensiones  actuales: la interculturalidad, la intercongregacionalidad, la sinodalidad, la itinerancia en salida…

También el cuidado de la casa común. La familiaridad que contemplamos en el retablo del Rosarillo, la hemos sentido en la casa natal de la Madre Cándida. Resonaba aquel deseo de ir al fin del mundo. Pero ya en frutos muy granados: Brasil, Argentina y España… junto a todas las Hermanas dispersas desde Finisterre de España, hasta Japón; pasando por Italia y Mozambique… Bangladesh, Tailandia y Vietnam, China y Filipinas y Taiwán… Y desde aquellas raíces, que todavía permanecen en Estados Unidos, hasta Ushuaia; pasando por Cuba y República Dominicana, Colombia y Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina.

El mundo era pequeño para sus deseos. Ella empezó por Brasil, y sus hijas lo han logrado. Porque… “en Jesús, todo lo tenemos”.

¡Bendito sea Dios, que tanto nos quiere!

Comunidad País Vasco-Navarra