La Madre Cándida, como la mayoría de las mujeres de su tiempo en España, era una mujer sin formación. No obstante, ella siempre tuvo claro que la educación era una herramienta clave para la transformación de la sociedad y la salvación de las almas. Hoy, más de 150 años después, su ser, su carisma y sus enseñanzas siguen vivos en todas las obras y personas que continúan su legado.

Con motivo del Año Jubilar que celebra la Congregación, el gobierno general de las Hijas de Jesús ha organizado un encuentro de educadores a nivel internacional. La reunión ha contado con la participación de cerca de 400 personas de las Escuelas de la Madre Cándida. Con mucha alegría e ilusión, han compartido juntos unos momentos de diálogo y reflexión sobre los retos educativos que plantea el mundo.

 

Una red de redes

Graciela Francovig FI ha dado el pistoletazo de salida del encuentro. Durante la bienvenida, la superiora general ha aprovechado para recordar a todos los asistentes la llamada de la Congregación General XVIII vinculada directamente a la educación:

Promover la unión y articulación, a nivel universal, de los educadores de las escuelas que siguen el modo educativo de la Madre Cándida, para reflexionar sobre los retos educativos que nos plantea el mundo actual y proyectar caminos de futuro…

De esta manera, con la llamada en mente y la mirada puesta en el futuro, la superiora general ha señalado el objetivo a seguir como testigos y herederos de las obras de la Madre Fundadora: “Crear una red de redes”. Una red universal, basada en los valores del Evangelio y que permita, ante todo, “crear sociedades más justas y plenamente humanas para todos”.

Sin embargo, la educación actual no responde a los desafíos que presenta la realidad. La situación es preocupante y el Papa Francisco ya la ha calificado de “catástrofe educativa”. En este momento, apremia la necesidad de trazar un camino de mejora para hacer de ella un recurso eficaz y útil para afrontar la complejidad del mundo.

 

Afrontar los desafíos

Juan Antonio Ojeda Ortiz, fsc., responsable de proyectos de la Oficina Internacional de la Educación Católica (OIEC), basándose en el Informe Delors, ha cifrado la mejora educativa en el desarrollo de seis pilares básicos: aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a convivir, aprender a servir y aprender a cuidar “la casa común”.

Aunque, tal y como ha afirmado, los docentes se enfrentan a múltiples retos para los que deben estar preparados: diagnosticar y comprender el estado real de la educación, afrontar el cambio desde una óptica colaborativa, ser docentes de alma y comprometidos con la educación como bien común, posibilitar una educación integral,  crear una escuela capaz de llegar a las periferias internas y externas, entender el Pacto Educativo Global como una oportunidad, generar una comunidad cristiana referencial, innovar, experimentar y formar una escuela conectada a la vida.

 

El método más alegre

Fundamentándose en los Consejos para la Educación Cristiana que la Madre Cándida daba a las maestras, Teresa Pinto FI, consejera general y coordinadora del encuentro, ha ofrecido una ponencia y ha invitado a los educadores a reflexionar. La Madre Cándida aconsejaba utilizar “el método más alegre”, vinculado con la sencillez, el disfrute y la motivación. Asimismo, priorizaba siempre a los alumnos, centrándose especialmente en los más necesitados, ofreciendo una atención especializada para cada uno de ellos.

Los educadores y docentes que perpetúan su obra deben seguir sus pasos y, con humildad, amor y cuidado, educar con el ejemplo. “La principal materia que transmitimos los educadores es lo que vivimos desde dentro y los alumnos la captan sin ningún esfuerzo”, ha asegurado Teresa.

Entre todos, tras dialogar en grupos sobre los retos que se presentan y cómo hacerlos frente desde el carisma de la Madre Cándida, se han compartido algunas de las propuestas para seguir avanzando positivamente en este camino conjunto: formar equipos que impulsen una red homogénea e inclusiva, educar desde la vida y para la vida, ser escuelas de esperanza y amor…

Con “gratitud y gran alegría”, Graciela Francovig FI ha despedido el evento. Un encuentro de tres horas de compartir, de escucha, de vida… que, sin duda, contribuirá positivamente en el desarrollo de una educación más eficaz, integradora, capaz de transformar vidas y contextos.

 

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