Caivano: Jornada de la Misericordia en memoria de Consuelo Fresneda y Celia Amorós

La asociación Core´ a Core´ celebró el sábado 20 de octubre, en Caivano, la III Jornada de la Misericordia, en esta ocasión recordando a las Hijas de Jesús Consuelo Fresneda y Celia Amorós. Esta asociación tiene su sede en la parroquia Santiago Apóstolo (Parco Verde) donde el párroco Maurizio Patriciello y muchos voluntarios, una vez al mes, llevan la comida a los sin techo de Nápoles.

Durante esta jornada tan conmovedora para las Hijas de Jesús, los niños de la asociación prepararon más de 500 comidas, que fueron distribuidas a las personas sin hogar de Nápoles. Tras la Eucaristía de las 10.00 horas y de la posterior bendición de las comidas, los fieles de la parroquia fueron recibidos por todos los voluntarios de la asociación, repartiendo dulces napolitanos y numerosos obsequios a los niños. El presidente de la asociación, Antonello Meola, agradeció a quienes desde primeras horas de la mañana se pusieron a disposición para que todo se pudiera lograr en belleza y caridad para quienes viven en total abandono.

Anna María Martín FI y Pina Pasaretti FI participaron en este homenaje en el que se podían leer mensajes muy significativos sobre la vida de Consuelo y de Celia. Además, los participantes pudieron leer las biografías que se indican a continuación.

Consuelo Fresneda: “De nada sirve la vida si no es para darla”

«Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22,35-40)

Consuelo Fresneda nació el 9 de febrero de 1930 en Huercal (Almería). Ingresó en la Congregación de las Hijas de Jesús en Salamanca el 21 de noviembre de 1948. Hizo su profesión perpetua el 31 de mayo de 1956 en Valladolid. Fueron muchos los lugares donde vivió y llevó a cabo su misión apostólica de educar a las jóvenes generaciones en las escuelas y a través de la catequesis: Tolosa, Salamanca, Valladolid, Roma y Caivano. Pasó algunos años en Almería cuidando de sus padres y de su hermana.

De 1983 a 2010 vivió en Italia para realizar su misión en: Sessa Aurunca, Frattaminore, Caivano (Parco Verde) y Roma. Fueron años de intensa vida apostólica. Dejar Italia le costó mucho, pero aceptó la voluntad de Dios con paz y serenidad.

En 2013 fue trasladada a Málaga donde vivió hasta su muerte el 13 de julio de 2019. Su vida estuvo totalmente entregada al Señor y al servicio de los demás. Con su fe, contagiaba a todos los que encontraba alegría y esperanza. Encarnó en su vida las palabras del evangelio de Mateo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” Este es el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,35-40).

En su habitación tenía un poster hecho por ella que decía: “De nada sirve la vida si no es para darla”. Era su deseo y su programa de vida.

Los últimos años de su misión vividos en Caivano en la parroquia de San Pablo Apóstol (Parco Verde) dejaron en ella una huella de profundo afecto por todas las personas que conoció y con las que había compartido un tramo del camino. Su pasión por la belleza y por el arte, fueron para ella los instrumentos privilegiados para transmitir el amor de Jesús y María a todos, especialmente a los más pequeños. Con sus maneras elegantes, su mirada sincera, su dulce sonrisa, cualquiera podía sentirse acogido, a gusto, importante, digno de estima y atención.

Celia Amorós, preocupada por las personas más necesitadas

“Por tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, especialmente a los hermanos en la fe” (Gál 6,10)

Celia Amorós nació el 19 de enero de 1938 en Elche. Entró en la Congregación de las Hijas de Jesús en el año 1959, en Salamanca, superando las dificultades ante la no aceptación de su decisión por parte de sus padres. Hizo la profesión perpetua el 8 de diciembre de 1967 en Málaga.

Su misión la desarrolló en diversas ciudades como formadora, superiora, consejera general y viceprovincial de Italia. Se dedicó a la enseñanza en las escuelas de las Hijas de Jesús en España, a la catequesis y a la formación de las religiosas jóvenes de la Congregación. Su vida fue testimonio de la bondad de Dios y de su devoción filial a la Virgen.

Era una mujer afable, acogedora y con inquietud de trasmitir el Evangelio. Creía en la fuerza de los pequeños pasos y de los pequeños gestos capaces de dar la vuelta a las situaciones. Promovía la confianza y la esperanza en las personas valorando la singularidad y la belleza de cada uno.

Celia soñó con el Reino de Dios en esta tierra y lo hizo tangible con un espíritu de profunda libertad interior, confianza en Dios Padre Providente y de mansedumbre como los “pequeños” del Evangelio. Se llamaba a sí misma “pecadora perdonada” y, gracias a eso, “discípula de Jesús”. Tuvo una especial preocupación por las personas más necesitadas, a las que atendía con generosidad y dedicación.

Los últimos años de su vida los vivió con alegría dedicándose a la evangelización y al acompañamiento personal en la pastoral parroquial en Sessa Aurunca, Frattaminore y Caivano.

El último período de su camino terrenal lo pasó en la comunidad de hermanas mayores en Granada, donde siguió testimoniando con su vida sencilla el amor de Dios y la devoción a la Virgen María. Allí falleció el 5 de octubre de 2021.