2 de abril: Celebramos la Inspiración del Rosarillo
Hoy, 2 de abril, es un día especial para toda la familia de la Madre Cándida. Celebramos la Inspiración del Rosarillo, esa experiencia profunda del “Yo solo para Dios“, el sueño de fundar una Congregación con el nombre de Hijas de Jesús. El retablo del Rosarillo es un lugar sagrado que nos invita a la contemplación y a permitirle al Señor entrar en nuestro corazón. Representa el nacimiento de nuestra Congregación y es testimonio de la fidelidad a la llamada de Dios.
Aquel 2 de abril de 1869, en Valladolid, Juana Josefa Cipitria y Barriola encontró la respuesta a todas sus preguntas. El proyecto que intuía finalmente tomó forma, y confió plenamente en el Señor para hacerlo realidad. Tras seis años de servicio en una casa en Burgos, en medio de una búsqueda incansable por discernir la voluntad de Dios, viajó a Valladolid. Allí descubrió su misión: “Ser toda para Jesús y para los demás”. Desde ese momento, ya no sería Juana Josefa; tomaría el nombre de Cándida María de Jesús y fundaría la Congregación de las Hijas de Jesús, dedicada a la educación de la niñez y juventud femenina de su tiempo.
El retablo del Rosarillo nos muestra una escena familiar: el Padre y el Espíritu protegiendo a Jesús, acompañado por sus padres y abuelos. Para Juana Josefa, esta imagen hablaba de fidelidad y cercanía con Dios. A lo largo de la historia, esa familiaridad ha sido un sello característico en la Congregación:
“Tengan presente las hermanas que han sido llamadas a vivir una intensa familiaridad con Dios y han de esforzarse por buscarlo en todas las cosas y amarlo en todas ellas…” (CFI 167).
Hoy, esa misma familiaridad con Dios sigue haciéndose vida, especialmente en este tiempo de la Congregación General XIX en la que nos encontramos. En este día tan significativo, recordando la experiencia de Juana Josefa, te invitamos a reflexionar: ¿A qué me invita la escena del Rosarillo en mi vida? ¿Qué pido para la Congregación en este momento?
Que, como Hijas de Jesús, sigamos haciendo realidad el “Yo solo para Dios” que vivió Santa Cándida, poniendo toda nuestra confianza en Él.