Vivir el Adviento es una batalla perdida de antemano si vamos con prisa. Sin ninguna duda. Si tienes prisa olvídate de vivir el Adviento. Es más, yo diría que si tienes prisa, olvídate de vivir la vida. La vida no se puede vivir con prisas. Si nos fijamos, ¿qué celebramos en Navidad? Celebramos el nacimiento de nuestro Dios, la Buena Noticia. Y como todos los niños que vienen al mundo, lo hacen tras una larga espera, sin prisas. Los embarazos son bonitos porque nos ayudan a esperar, a prepararnos para la nueva vida que viene, y lo tenemos que hacer despacio, con cuidado. Los embarazos son bonitos porque unen a las parejas. Los embarazos son bonitos porque hacen que muchas cosas no pasen desapercibidas: los médicos, las pruebas, las cunas, las ropas, las comidas. Elementos de la vida cotidiana que no existían para ti hasta que el embarazo llega a tu vida.
En la sociedad en la que vivimos, tratar de hacer ver a las personas que la espera, la lentitud en algo nos va a proporcionar precisamente el sentido es una tarea complicada. Es ser un rebelde. Todo ahora tiene que ser rápido: las descargas de internet, los mensajes que escribimos, los productos que compramos y su obsolescencia, las relaciones de las personas, etcétera. Todo rápido. Y ahí andamos zambullidos en ese mundo de prisas en el cual construimos una vida que aparentemente está organizada, es un caos organizado del cual creemos tener el control. Pero no. Como todo lo que se hace con prisas, su soporte, su pilar, aquello sobre lo que cimentamos, en este caso nuestra vida, es frágil. Y esa fragilidad no es más que la falta de sentido de mucho de lo que hacemos. Porque si, podemos estar alegres, de hecho, si cotilleamos la vida de las personas en las redes, la gente se dice alegre, parece alegre, está alegre, las cosas les van bien. Pero la trampa es que la alegría no es que todo vaya bien, sino que todo tenga sentido. Esa pregunta, sobre el sentido, ya descolocaría a más de uno. Porque es fácil que las cosas “vayan bien”, pero tener conciencia de que lo que haces tiene sentido, es otra cosa. Implica reflexión, discernimiento. Implica tiempo.
Las cosas bonitas de la vida requieren de tiempo, de espera. Para ello tenemos que poner nuestros cinco sentidos al servicio de la vida. Si nos fijamos, cuando vamos con prisa, apenas se estimulan ciertos sentidos. ¿Recordamos el olor de una persona a la que no le dedicamos tiempo? ¿El tacto de un perrito al que nunca hemos tocado? ¿Las cicatrices en las manos de alguien que trabaja duro? ¿Las has visto? El olor de una persona es de las cosas más bonitas que un sentido puede regalarte. Si recuerdas el olor de una persona es porque probablemente le abrazaste, o la tuviste cerca. Y tener cerca de una persona tanto como para poder olerla, es algo muy bonito. Cuando vamos con prisa el abrazo se transforma en un gesto con la mano. Adiós al olor. Adiós al tacto de su espalda. Adiós al sentido de ese encuentro.
Creo que uno empieza a tomar las riendas de su vida cuando aplica las esperas a las cosas. Es ahí cuando cambia tu percepción de las cosas cotidianas, cobran sentido, porque es posible que algo sea cotidiano y especial. Las cosas que hacemos son especiales. Las hacemos precisamente por eso, sea cual sea la cosa a la que nos refiramos. La hacemos nosotros, y nosotros somos únicos. Cuando algo deja de pasar desapercibido estamos en el rumbo adecuado. Es difícil, muchas cosas nos pasan desapercibidas, muchas personas. Y si lo pensamos bien, son precisamente esas personas que creemos que no están, que no vemos, las que dan sentido a nuestros días. Es fácil comprobarlo. Prueba a mirar a la cara y a sonreír a las personas que se cruzan contigo por la mañana. Un “buenos días” de esa forma alegra dos vidas: la tuya y la del otro. Da sentido. Si además le preguntas “¿cómo estás?”, alguno se asustará. Es normal, la gente no quiere saber como está la gente. Vaya a ser que esa persona no esté bien y nos incomode su respuesta. Pero saber cómo está la gente es algo muy bonito, también es fácil de comprobar, tan sólo hay que preguntarlo. Y lo sentirás. Cuando algo es bonito se siente. Es así, no lo puedes explicar. ¿Alguien sabría definir a una persona bonita? Es imposible, es bonita, y punto.
Ahí el reto. Reta a la vida a vivirla a otra velocidad. Que ella vaya a la que quiera, con o sin wifi. Pero que tu velocidad la marques tú.
Feliz Navidad
Alan Antich Durán (Málaga)