1869 – El Rosarillo – 2019

 

Fuimos llegando a partir del 29 de Marzo y el día 30,  a Valladolid. Una nueva cita en El Rosarillo –así llamado en nuestra familia amplia- para celebrar los 150 años de la inspiración recibida por Juana Josefa para fundar la Congregación de las Hijas de Jesús.

Nos fuimos encontrando desde muchos caminos,  de norte a sur,  de España a Italia,  en coches de diversa capacidad,  reagrupándonos en algunos tramos del trayecto con otros y otras… hicimos un itinerario más o menos largo pero al final la convocatoria respondida por unas 400 personas nos congregó en el colegio de Valladolid.

Allí llegaron también Maria Inez y Sagrario, nuestras hermanas del gobierno general,  representando al Cuerpo universal.  Presencia y palabras que animan,  que desafían,  que se agradecen.

Mi experiencia de esa jornada está marcada por muchos y variados sentimientos.  Si hay uno transversal es la alegría honda que tiene elementos  diversos: 

  • encuentro, rostros sonrientes,  sintonía,  saludos efusivos;  
  • familia,  respiramos un mismo aire que no necesita muchas palabras,  se siente como la brisa suave que acaricia todo el cuerpo; 
  • camino,  ya recorrido hasta aquí,  largo,  fatigoso pero vital; 
  • futuro,  abierto,  interrogativo,  múltiple, confiado;  juntos,  la misión separada ya no es optativa, sumarnos es el imperativo; 
  • locura,  las aventuras a lo grande no son muy prudentes,  más bien,  están marcadas por la desmesura,  el atrevimiento,  el coraje, la audacia; 
  • nuevo,  desconocido pero con certezas confiadas en el Espíritu que mueve y renueva,  que no repite,  su originalidad es agua fresca que salta y revitaliza,  rompe los miedos calculadores y nos lanza.

¿Qué temores pueden paralizarnos? La inercia,  la rutina repetitiva “siempre se ha hecho así”, “cualquier tiempo pasado fue mejor”, “hasta aquí hemos llegado” , “más innovaciones, no, por favor!”,  “es lo de siempre” …¡qué frases de muerte y cómo nos rondan a veces!. Nos paralizan los pies y las manos y nos secan el corazón.

Y resulta que El Rosarillo nos habla de desproporción,  de des-colocamiento, de ¡no se puede creer! ¡quién lo iba a decir! ¿es que de Berrospe,  en  Andoain,  puede salir una fundadora?. Esa pobre mujer que se juega la vida a una carta “Yo solo para Dios” y con ella arremete,  se lanza y rotura caminos insospechados;  Valladolid la confirma y Salamanca la lanza a  un estrellato a lo divino,  al revés de todo lo esperado,  se alteran los cálculos totalmente. 

Cuando el autobús nos trae de nuevo a casa vengo rumiando todo lo vivido,  no me cabe,  me desborda y decido guardar la experiencia en el cofre donde se encierran los tesoros más preciados:  el corazón,  rememorando ese otro cofre donde hemos estado como familia única y sigo soñando:  la inspiración del Rosarillo es la nuestra,  traducida al hoy de la historia que nos toca,  pero con la misma fuerza del Espíritu que sigue esperando nuestra acogida abierta.

Nada que temer;  mucho que confiar y todo por hacer como familia que, si es fecunda,  va a generar novedad;  la esterilidad produce muerte;  la vida es contagiosa.

Hoy mi marca-páginas está señalando una muy especial,  ya no se puede borrar,  y queda en el fondo de mi ser con una inquietud sosegada,  con una pasión serena pero punzante,  con una urgencia que me abrasa escuchando el clamor de Dios y el del mundo. 

Sencillamente quería compartir esto que bulle dentro de mi ser de mujer consagrada para seguir construyendo familia, para darnos la mano con otros y otras.  ¡Vale la pena! ¡No se me han muerto los sueños ni la esperanza!.

¡Eskerrik asko,  Juanitatxo! 

¡Gracias, muchas gracias,  Santa Cándida María de Jesús!.  

 María Luisa Berzosa fi

Entrevías – Madrid