



David Viso Cabrera es, desde hace años el coordinador del Centro Loyola de Vigo. Además, es profesor de Secundaria y Bachillerato en el Colegio Apóstol Santiago de Vigo y, en él, coordina la labor pastoral. Desde el cariño y agradecimiento que tenía a Carmen López Arjona y a las Hijas de Jesús, desde hace más de 30 años, comparte unas sentidas palabras:
Como cada 7 de septiembre, estaría llamando a Carmen Zamorano, FI, a quien quiero bien, para poder, a través de su teléfono, felicitar a Carmen López, FI por sus 93 años. Seguro que estaríamos un buen rato charlando y, con toda certeza, ella me preguntaría por Noemí, mi mujer, y nuestros tres hijos; pues nos consideraba de su familia.Desde el 6 de septiembre, he dejado de emplear el móvil para sentirla cerca y, ahora, la llevo siempre presente en el corazón e íntimamente en mi oración.Esta mañana fue a quien primero saludé, todavía con la sonrisa y la alegría por el recuerdo de la ceremonia que celebramos a modo de funeral, pero, sobre todo, de agradecimiento entrañable por su vida entregada (más de 60 años en Galicia).Me tomo la libertad de escribir a las Hijas de Jesús para poder compartir mi agradecimiento y el de muchas personas gitanas y payas por su labor en Vigo. No os podéis imaginar, el número de mensajes al teléfono, llamadas, mensajes por Facebook y algún mail que en estos días, tanto Fernando, "el Toro", como yo, hemos recibido.Fernando es como el nieto preferido de Carmen. Cuando yo tenía 20 años y era un voluntario universitario, me encargaron en Cáritas Diocesana -desde donde se llevaba a cabo el Programa de Promoción del Pueblo Gitano, coordinado con maestría por Carmen- el apoyo escolar del único gitano rubio de Vigo. Vivían en una chabola de dos metros cuadrados, sin agua ni luz, hasta tres o cuatro personas. Fernando era el mayor, tenía once años y era revoltosísimo.Pocos años después, Carmen logró el alquiler de una casita baja en el barrio de Barreiro (Cabral), para que ¡por primera vez en su vida! pudieran vivir allí su madre ("la muda") y su hermano pequeño ("el maluco"). Yo les acompañé aquel primer día y todavía recuerdo cómo jugaban esos niños con los interruptores de la luz o los grifos, algo nuevo para ellos. ¡Y con una habitación para cada uno, cocina, salón...!En fin. Carmen les cambió la vida. Un auténtico milagro, decían ellos. Y también me la cambió a mí, pues me regaló un hermano gitano para siempre. Sin embargo, hubo más milagros.Con la preocupación diaria de Carmen y su presencia en el colegio, Fernando logró terminar la ESO (creo que el primero de los gitanos de Vigo, de los atendidos por Cáritas). Segundo milagro, bien difícil. En las clases de apoyo que le daba en su casa, me parecía dificilísimo que aprobara (sobre todo, el "Inglés").Y hubo un tercer y un cuarto milagro. Hoy Fernando trabaja en el Secretariado Gitano, sirviendo a su pueblo y luchando por la mejora de las condiciones de vida de muchas personas gitanas. Lleva ya veinte años en ello ¡Ni te imaginas lo orgullosísima que estaba "su abuela" Carmen por ello!Por si todo esto fuera poco, las personas voluntarias y las trabajadoras de Cáritas también, éramos muy respetuosas con el tema religioso de los gitanos, pues la mayoría eran de culto evangélico y, otros muchos, no creyentes (por eso acudieron pocos ayer a la eucaristía). Carmen evangelizaba con su ejemplo, favorecía que bautizasen a los menores, pero no tenía una actitud proselitista, en absoluto. El respeto imperaba de manera clara. Un buen día, cuando ya Fernando tenía treinta años, me confesó que a él le gustaría que le preparase para la confirmación (en parte a lo que nos dedicamos en el Centro Loyola desde el siglo pasado). A mí, sabiendo que nunca habíamos hablado de este tema, me sorprendió tanto como me alegró. Y mucho más me enamoró su respuesta: "Mira, David, yo no voy mucho a misa, pero os veo a vosotras (las personas voluntarias de jesuitinas y jesuitas) y veo a la madre Carmen y a sus hermanas, y quiero ser como vosotras. Veo vuestros valores, vuestra alegría, vuestra esperanza y fe, tenéis algo especial... Sois felices haciendo felices a los demás, sobre todo, a quienes más lo necesitamos. Y yo quiero eso para mi vida".¡Cuarto milagro! ¿No me diréis que no? Unos años después, Fernando recibió el sacramento de la confirmación en la parroquia de los jesuitas, conmigo a su lado (pues me eligió como su padrino). ¡Pero nadie era más feliz ese día que su "abuela" Carmen!En un artículo que me publicó el periódico "La Voz de Galicia" escribí que -a mi entender- al igual que se decía de la madre Santa Teresa en Calcuta o de monseñor San Romero de América en El Salvador, con la madre Carmen López, Dios pasó por Galicia.Es una Santa mujer, y no solo por esos milagros que comentaba anteriormente (imagínaos todos los que logró con innumerables familias gitanas en tantos años y que yo no conozco tanto).Gracias a toda la Congregación, gracias por entregar a la Iglesia y a las personas más vulnerables ángeles como Carmen, que pasaron su larga vida haciendo el bien y haciéndolo muy bien, es decir, al más puro estilo del Evangelio. GRACIAS.
Hace unos meses, al saber que Carmen empeoraba, David visitó a Carmen en Valladolid con Fernando, un encuentro que tenía sabor a despedida.