“El amor convive con la imperfección, la disculpa, y sabe guardar silencio ante los límites del ser amado.” Nos 111-113
Amoris Laetitia
En estos números de Amoris Laetitia se nos invita a la contención y a ampliar la mirada para no fijarnos tanto en la miniatura como en el contexto. En estos tiempos, en donde en muchas relaciones familiares se producen abusos, disculpar todo no significa aguantarlo todo o una actitud sumisa ante las faltas del otro. No estamos hablando de esas relaciones asimétricas.
Esta actitud que nos invita a ser contenidos en los juicios y valoraciones significa, en mi opinión, darse un tiempo para colocar en su sitio las cosas que nos ocurren, aunque no nos gusten, y ver si las sitúo en su justa proporción.
En cualquier relación humana tenemos que contar con los límites propios y ajenos, y además tenemos que aprender a encajarlos en una dinámica sana que nos permita crecer también desde los errores… Pero eso no lo podremos hacer si constantemente nos fijamos en los fallos de los demás y, menos todavía, si encima los vamos pregonando a los cuatro vientos.
Por eso, si ponemos un listón tan alto en las relaciones (sean del tipo que sean), de tal manera que los demás no llegan nunca a cumplir nuestras expectativas, será muy difícil compartir nuestro camino con nadie… y como se dice en el propio texto:
“El otro no es sólo eso que a mí me molesta. Es mucho más que eso. Por la misma razón, no le exijo que su amor sea perfecto para valorarlo. Me ama como es y como puede, con sus límites, pero que su amor sea imperfecto no significa que sea falso o que no sea real. Es real, pero limitado y terreno.”
Ana Sanz
Profesora del colegio Jesuitinas – Sagrada Familia de Valladolid y
miembro del equipo de Revitalización de nuestro ser en misión de la Provincia