El día de la Inmaculada es una fiesta grande para las Hijas de Jesús porque recuerdan cada año el día de la fundación de la congregación. Por ello, las comunidades de Berrozpe (Andoain) y Nuestra Señora de Aránzazu (Donostia) celebraron esta festividad juntas para celebrar con memoria agradecida. “Es un día que nos habla de dar respuesta en cada momento de la Historia. Un día que nos ayuda a ensanchar nuestra comunidad, a sentirnos más hijas y hermanas, que nos impulsa a vivir nuestra vida en misión”.
El día fue sencillo y sentido. Celebraron una eucaristía de acción de gracias para poner en manos de Dios la congregación, la Iglesia y el mundo. Además, disfrutaron de una comida fraterna en la que pudieron compartir la vida y dar un espacio a la fiesta, la música, cantos y bailes. Tampoco podía faltar el “coro tribuna” que deleitó con sus letras y voces. Tras un día emocionantes, hicieron la renovación juntas de sus votos. “Es una renovación que toma carne cada día deseando actualizar la llamada personal al seguimiento en la congregación y la expresión del “hágase en mí según tu Palabra” de María».
Además, el día anterior la comunidad de Berrozpe recibió una visita muy especial: las antiguas alumnas de Tolosa, un pequeño grupo de la primera promoción del Bachillerato Laboral. “El tiempo vivido en el colegio les dejó huella en muchos sentidos. Durante estos años han mantenido sus lazos de compañeras de clase y el cariño hacia las Hijas de Jesús con las que compartieron esos años”, explica la comunidad. En la visita iban saliendo sus nombres: Antonia Elustondo, Alicia Martín, María Antón, María Mardomingo, Gaudencia Martín, Soledad Larrañaga…
Llegaron con mucha ilusión, y como algunas no recordaban bien la casa y recordaron la vida de la Madre Cándida según pasaban por los diferentes lugares, pero su objetivo para hoy era claro: “cantar el Mil Albricias a La Inmaculada”. Así lo hicieron. Y a éste le siguió otro “Clara estrella que Gipuzkoa contempló gozosa un día…”. “Fue muy bonito escuchar cómo en algunos momentos se mezclaban las versiones antigua y actual, señal del poso de lo aprendido en los años del colegio, esos aprendizajes que quedan dentro”, añaden.
Como manda la costumbre, cuando terminaron la visita por la casa se pararon ante la imagen del árbol que da sus frutos. “El árbol que es la M. Cándida y los frutos que son la Congregación, cada Hija de Jesús y cada persona que tiene relación con ella… También terminamos así ese día, y ahí surgió espontáneamente “nosotras somos esos frutos”. Así es. Somos testigos de ello”, concluyen.