Roma fue el punto de encuentro este verano para miles de jóvenes del mundo entero en el Jubileo de los Jóvenes. Entre ellos, estuvieron un grupo de Jóvenes FI junto con las Hijas de Jesús. Aquí presentamos el testimonio de Silvia, joven de Madrid, que nos abre su corazón sobre lo que significó para ella esta experiencia de gracia y comunidad.

“Este verano hemos vivido el Jubileo de los Jóvenes en Roma, junto al grupo de Jóvenes FI y las Hijas de Jesús. Pero todo comenzó antes, en Badalona, donde compartimos unos días de convivencia que nos ayudaron a conocernos y a prepararnos para todo lo que estaba por venir. Uno de los momentos más especiales de esos días fue la visita a la Cueva de San Ignacio de Loyola.

Después llegó el largo viaje en autobús hasta Roma. Fueron muchas horas, pero la ilusión de llegar juntos lo llenaba todo. Cada conversación, cada canción, cada risa hacía que el trayecto se sintiera como una parte esencial de la experiencia.

La primera noche en Roma, tras organizarnos en la parroquia donde íbamos a dormir, vivimos uno de los momentos más bonitos para mí: fuimos a un concierto precioso en la iglesia de San Ignacio de Loyola. Fue la mejor bienvenida que podíamos haber tenido.

Durante los días en Roma, algo que me marcó profundamente fueron las conversaciones con las hermanas, siempre cercanas, atentas y disponibles. Su acompañamiento fue un regalo.

Cada día estuvo lleno de alegría. Mientras recorríamos los rincones de Roma o simplemente compartíamos una comida, las risas eran constantes. Había algo especial en cada uno de los jóvenes que estábamos allí; sin apenas conocernos, nos sentíamos parte de una misma familia.

Y luego llegó el gran camino hasta Tor Vergata. Parecía interminable… el calor, la multitud, el cansancio. Pero lo que más me impresionó fue cómo, a pesar de todo eso, entre nosotros nació algo muy especial: la preocupación por el otro. Dejamos de pensar tanto en nuestro propio esfuerzo para centrarnos en cómo ayudar al que teníamos al lado. Fue un momento muy bonito de comunidad y de amor.

La vigilia con el Papa fue el momento más profundo de todo el viaje. Allí, en ese silencio compartido con miles de jóvenes, sentí al Señor de una forma única. Fue emocionante ver cómo todos dejábamos de lado las preocupaciones, los móviles, las conversaciones… y simplemente nos poníamos en manos del Señor. Un silencio lleno de presencia.

Esa noche dormimos al aire libre, junto a jóvenes de todo el mundo, con la ilusión de esperar al Papa para la misa del domingo por la mañana. Fue como un inmenso campamento de fe, esperanza y comunión.

El viaje terminó como había empezado, con otro largo trayecto en autobús de vuelta a Badalona. También eterno, pero con el corazón lleno. Íbamos cansados, pero felices, con el alma repleta de experiencias, encuentros y momentos inolvidables.

Por todo esto, me siento profundamente afortunada y agradecida a Dios, a las Hijas de Jesús y a cada persona con la que compartimos este camino. Ha sido un verdadero regalo que llevaré siempre en el corazón“.

Y porque una experiencia así no se puede contar solo con palabras, te invitamos a ver este video con más testimonios de jóvenes que vivieron el Jubileo en Roma con fe, alegría y esperanza compartida.