Cristina Girón es una de las 9 jóvenes que han participado en la experiencia de MAGIS Encontrar alegría en Bolivia organizada por las Hijas de Jesús de España y apoyada por las de Bolivia. Le damos voz para que ella misma nos cuente su experiencia.

Bolivia, Cochabamba (Capinota) 2024.
Hace ya diez días que llegué a España y parece que fue ayer cuando estaba en Sevilla cogiendo el AVE dirección Madrid. Cinco semanas en Bolivia a velocidad de la luz. Pero, a pesar de pasar tan rápido, la vivencia de los días era tan intensa que no podías plantearte más allá de lo que estabas viviendo, no había lugar para las preguntas. Cuando creíais que nada más podía pasar, ocurría y seguías acumulando lecciones de vida en la retina y que ya a día de hoy están bien marcadas en el corazón.
Es otro ritmo...otro manera de afrontar el día a día. Nuestras prisas europeas van marcando el paso hasta que te das cuenta de que, a esa velocidad, te pierdes la gran parte o incluso la totalidad del Dios que todos estamos llamados a conocer y que en tantas ocasiones encontramos dificultad de sentir al no saber esperar y confiar. Allí ves que, otra forma de vivir, es posible.
Conocer los colegios de Fe y Alegría ha sido la confirmación de que la educación es la herramienta para hacer libres a aquellos que no tienen elección y la importancia de acercar la igualdad de oportunidades hasta los lugares más recónditos del mundo. Allí no se elige cuál es la mejor opción entre muchas otras buenas opciones para el futuro. Su elección es directamente la de estudiar y trabajar simultáneamente a edades tempranas para salir adelante. Allí, la escolaridad te abre una ventana muy especial a la esperanza. Ver a los peques, en circunstancias muy diferentes a las que acostumbro, leer cuentos y escribir me hacía valorar estas capacidades de una forma muy diferente.
Conocer el internado de las Hijas de Jesús es disfrutar de un trocito del reino de los cielos en este mundo. Y no porque todo allí sea coser y cantar. Nada más lejos de la realidad. Es duro, pero la esperanza rebosa y el ejemplo de sus vidas te empapa de admiración. Los internos van al cole por la mañana y, después de la jornada escolar, hacen numerosas tareas: deberes, cortan y preparan los alimentos para las comidas, trabajan en la huerta, se lavan la ropa, limpian los espacios... las hermanas les ayudan a ser autónomos en comunidad y les hacen ser conscientes de que el servicio es imprescindible para que el
espacio donde están pueda tener cabida. Tantas historias detrás de cada interno...y tanto ejemplo de generosidad que es realmente difícil quedar indiferente ante una realidad tan marcada por la superación.
Y claro, también había incomprensión y choque cultural. Pero nos encontrábamos con el otro en el respeto y en el querer conocer sus por qué de sus maneras de actuar. De esta forma, fuimos forjando vínculos sin darnos cuenta. De una incomprensión salía una unión más fuerte que la anterior. Y así fueron pasando los días y tantas personas ejemplares iban sellando cada día de una forma especial e iban marcando nuestra vivencia allí sin ser conscientes de ello. Las hermanas entregadas desde primera hora de la mañana, aquellos peques de la escuela con tantas ganas de aprender, esos internos adolescentes que en dos días pasaron de vernos como extrañas a darnos abrazos con muchas ganas de querer y de sentirse queridos ante la complejidad de sus vidas.
Verdaderamente, ya lo decía el Papa,

“SALGAN, HAY QUE SALIR, LA IGLESIA TIENE QUESALIR ALACALLE”.

Nos lo decía la hermana Susana con una intensidad especial marcada por la presencia de Dios en su vida: hay que tocar la pobreza. Y así es, no hay esquema que logre encajar lo vivido, pero tampoco ese es el objetivo. Es más que suficiente haber visto la extrema generosidad y el mayor amor del que nada tiene y que todo lo da con impoluta amabilidad.
Bolivia ha sido, entre muchas otras cosas, vivir los valores más puros transmitidos en actos sencillos. Ahora toca cuidar el recuerdo de lo vivido y la oración. Como todo lo bueno, ello supone: esfuerzo, cuidado y perseverancia. Gracias Bolivia por forjar a un grupo de voluntarias desconocidas en grandes compañeras de viaje y amigas en el Señor y gracias por llenar nuestras vidas de tantas personas portadoras de ti y de tu presencia. Ahora nos toca llevarte a todos nuestros lugares porque el camino continúa…