El 27 de abril de 2024 es ya una fecha aún más importante y fundante para muchas Hijas de Jesús. Esta tarde Esther Sanz pronunciará los votos perpetuos delante de tantas personas que le quieren y le acompañan en su camino. Así, se incorporará plenamente a la Congregación de las Hijas de Jesús. Un día para celebrar.

Salamanca se llena hoy de vida, de más Vida. A las 19.00 horas, en la Capilla del Colegio Mayor Montellano, Esther dirá que sí en alto delante de su familia, de las Hijas de Jesús, de sus amigos y de las colegialas.

En un entrevista realizada por el Obispado de Lleida en el mes de febrero, Esther recordaba sus primeros pasos, el discernimiento profundo de su vida y cómo su vocación religiosa y su vocación a la Medicina se han ido encontrando.

De médica a religiosa

– ¿Esther, nos puedes explicar un poco sobre tu vida? ¿Has sido católica practicante siempre?

Sí. Nací en una familia numerosa y soy la cuarta de cinco hermanos. Toda la vida he estado en la parroquia del barrio, en Gardeny, donde hice la catequesis, también estuve en el coro de la iglesia, en el ‘esplai’ o en grupos de revisión de vida, pero en la parroquia de Sant Jaume.

– ¿Por qué decidiste estudiar Medicina?

Desde siempre lo había querido. Fue muy fácil para mí escoger la carrera porque siempre me había gustado. Además, mi madre era enfermera y una hermana médica de familia. Durante los estudios, que hice en la Universitat de Lleida (UdL), vi que cada vez me gustaba más y que quería ser médica de familia y si era en un pueblo, mejor.

– ¿Cuál era tu vocación en el ámbito personal entonces?

Mi aspiración era ser médica. Estaba soltera y bien, pero dentro de un proceso de discernimiento con Carles Sanmartín, me propuso conocer las diferentes realidades de la Iglesia y hablar con alguien de la vida consagrada para servir dentro de la Iglesia. Fue un proceso personal largo y no siempre fácil. Carles me explicó que había una nueva congregación en Alcarràs que trabajaba con migrantes. Conocí a las tres hermanas, de las Hijas de Jesús, que ayudaban a estas personas y hacían concienciación con el pueblo. Estaban muy puestas en la parroquia, por ejemplo con formación a personas. Para mí era una tarea bonita, porque lo veía como que todos somos hijos de Dios y que nos tenemos que ayudar los unos a los otros. Me sorprendió su alegría. Eran personas comprometidas y tenían una manera de hacer que me atraía y que yo no tenía.

– ¿Esto hizo que dejaras la vida como médica y dar el paso a religiosa?

No fue tan rápido. Fue un proceso de unos años, como ver qué deseos profundos tenía, que sentía y qué me faltaba. Llega un momento en que la Medicina es una parte, ¿pero a quien entregas el corazón? ¿De quien estás enamorada? Esto va más allá del trabajo y en mi caso hasta que no encuentras Dios no estás tranquila. Entonces fui teniendo experiencias con otras comunidades y ves que en el fondo lo que Dios me propone es un cambio de felicidad y elegir una cosa que es mucho más grande, pero para esto tienes que dejar atrás otras, porque en la vida se tiene que elegir.

– ¿Cómo combinabas tu vida laboral con la de querer ser religiosa?

Di el paso de entrar en 2012 y continuaba trabajando, pero en lugar de ir a dormir en mi piso, iba a dormir con la comunidad. Rogábamos y charlábamos juntas e iba a encuentros con otros jóvenes. Fue un proceso normal donde iba viendo si me encajaba y después de un año vi que sí. Dejé el trabajo y fui a Madrid a hacer el postulantado, que es la primera etapa de la formación. Estudiaba Espiritualidad Bíblica en la Universidad y hacía voluntariados. Era empezar a probar la vida propia de una Hija de Jesús y lo hacía en un barrio humilde de Madrid. Después de un año hice el noviciado, que dura dos años, en Argentina, donde hice una etapa más profunda de formación. En 2016 hice los primeros votos, con los que ya perteneces a la Congregación. Volví a Madrid a estudiar Teología, hacía voluntariados y algún verano hacía una sustitución en un Centro de Atención Primaria (CAP). A los dos años me destinaron a Sevilla donde estudié un Máster en Medicina Paliativa y durante la pandemia estuve en un CAP.

– ¿Por qué hiciste este Máster si querías ser religiosa?

Cuando estudiaba me enamoró esta medicina y también me gustó mucho el equipo del hospital Arnau de Vilanova de la María Nabal. Es una parte médica muy humana y es muy necesario el hecho de acompañar los últimos meses o días a una persona y a su familia. Es una parte bonita de la medicina, pero olvidada. Te planteas la vida y la muerte. Estudié este Máster, en parte, en el ámbito personal.

Entonces, hace tres años me destinaron a Salamanca, que es donde estoy ahora. Vivo en un colegio Mayor donde estudio Ciencias Religiosas y en algún momento trabajo, pero la semana pasada fue el último día. Formo parte del Equipo Pastoral de la provincia donde organizamos actividades para jóvenes desde la Congregación.

– ¿Cómo fue tu último día trabajando?

Espero que sea una parada temporal. Estamos en un momento en que faltan médicos y es difícil dejar el trabajo, pero los compañeros lo entienden.

– ¿Todo el mundo lo ha comprendido?

Hay de todo, pero en general me apoyan, tanto la familia como amigos y compañeros. Solo una persona me dijo si estaba loca de seguir este camino teniendo una plaza. Pero en general la gente te comprende.

– El 27 de abril haces los votos perpetuos en Salamanca ¿y a partir de entonces, qué?

En nuestra Congregación tenemos los tres votos ordinarios: obediencia, castidad y pobreza y en los votos perpetuos haces un cuarto, que es el de disponibilidad, y por eso te pueden destinar a cualquier lugar. De momento sigo en Salamanca y ya veré qué me toca hacer. El voto de disponibilidad parte del hecho que no te aferras a ninguna parte, que vas donde más falta haga.