Este domingo 19 de noviembre se celebra la VII Jornada Mundial de los Pobres, convocada como cada año por el papa Francisco.

En esta séptima edición, bajo el lema “No apartes tu rostro del pobre”, Francisco exhorta a no apartar la mirada de los que están en dificultad, como las personas que viven en zonas de guerra, los que no llegan a fin de mes, los que son explotados en el trabajo y los jóvenes prisioneros de una cultura que les hace sentirse fracasados. “Todos son nuestros prójimos, necesitamos un compromiso político y legislativo serio y eficaz”, asegura el Santo Padre. Pareciera que “Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez más fuerte.”

Francisco llama la atención sobre las “nuevas formas de pobreza”. De modo particular, subraya, “las poblaciones que viven en zonas de guerra, especialmente en los niños privados de un presente sereno y de un futuro digno”. “Nadie podrá acostumbrarse jamás a esta situación; mantengamos vivo cada intento para que la paz se afirme como don del Señor Resucitado y fruto del compromiso por la justicia y el diálogo”, apunta.

En esta realidad que mueve las entrañas, el Papa confía en el desarrollo de “la solidaridad y la subsidiariedad de tantos ciudadanos que creen en el valor del compromiso voluntario de entrega a los pobres. A la par exhorta a “estimular y a hacer presión para que las instituciones públicas cumplan bien su deber”. En un claro llamamiento al compromiso de todos, el Santo Padre pide no quedarse de brazos cruzados, esperando recibir algo “de lo alto”. “Quienes viven en condiciones de pobreza también han de ser implicados y acompañados en un proceso de cambio y responsabilidad”, escribe Francisco.

Concluye diciendo  «En esta casa que es el mundo, todos tienen derecho a ser iluminados por la caridad, nadie puede ser privado de ella. Que la perseverancia del amor de santa Teresita pueda inspirar nuestros corazones en esta Jornada Mundial, que nos ayude a “no apartar el rostro del pobre” y a mantener nuestra mirada siempre fija en la faz humana y divina de nuestro Señor Jesucristo.»