Uniendo proyectos, enlazando vidas
Hace un par de semanas, en Montellano comenzamos una experiencia nueva: un voluntariado para ir a visitar a nuestras hermanas de la residencia de mayores Cándida María de Jesús, en Salamanca.
No sé muy bien cómo expresar lo bonito que está siendo ser testigos de la relación entre las más jóvenes y las más mayores. Desde el primer día la acogida y alegría de la comunidad al recibir a las colegialas, y la ilusión y disponibilidad de las jóvenes por estar con ellas ha sido un regalo.
Hay una especie de complicidad y magia que se pone en funcionamiento cuando están juntas y, al contrario de lo que podría esperarse, no les cuesta nada relacionarse unas con otras. Vemos que cada una, desde su propia manera de ser, posibilidades, momento vital, historia… encuentra temas de conversación, recursos, formas de abrirse y entrar en contacto.
Lo que empezó con un grupito de voluntarias de unas cuantas ha ido aumentando tras los primeros días, al compartirse unas a otras lo vivido y contagiarse las ganas de querer experimentarlo personalmente. De hecho, son tantas las colegialas que quieren participar que estamos haciendo turnos para que todas tengan oportunidad de ir, conocer a las hermanas y compartir ese espacio distinto de cuidado y crecimiento. Más allá de las actividades concretas que se han llevado a cabo: juegos de conocimiento, bingo, paseo por el paseo fluvial…, está siendo una oportunidad de vida y alegría compartida.
¡Gracias montellanas, sois ejemplo de esa juventud generosa y alegre que no sale en las noticias pero que construye presente y futuro! ¡Gracias hermanas mayores, vosotras nos enseñáis que la vida se sigue entregando y sembrando siempre, con alegría, acogida y sencillez! La Madre Cándida disfrutaría viéndoos hoy. Casi podemos oírle decir algo así como: “Bendito sea Dios que tanto nos quiere”…
Esther Sanz FI