En esta etapa que estamos viviendo se nos impone usar la tecnología porque la vida sigue su curso y podemos sumarnos a ella con estas herramientas como alternativa a encuentros presenciales que deseamos pero de momento no podemos.
Esta fue la decisión que tomamos en la Comisión Familia Madre Cándida para reunir a las personas que realizan el servicio como enlaces en sus respectivos lugares. Así nos lanzamos a una convocatoria por Zoom la tarde del lunes 11 de mayo; éramos 39 personas, con procedencia variada de ciudades y campos apostólicos, laicos y laicas y hermanas.
Antes de la hora citada nos fuimos conectando también con diversos ritmos de conocimiento y práctica de la tecnología, pero era bonito ver que algunas personas tenían a su lado una técnica más entendida que las dejaba ya dentro de la sala virtual y así vamos perdiendo el miedo a lo desconocido.
Nos fuimos saludando con mucha alegría al descubrir los rostros en la pantalla de personas conocidas y desconocidas pero ya Zoom ayudaba a nuestro sentido de familia al poder expresarnos con gozosa espontaneidad.
La Comisión comenzamos dando la bienvenida a todo el grupo agradeciendo el servicio que se va haciendo y recordando que nos preparamos a la gran fiesta de nuestra familia el 31 de mayo; ese día nos encontraremos también junto a Santa Cándida -Juanitatxo- en el 175 aniversario de su nacimiento.
Nos detuvimos unos momentos para hacer silencio interior viendo un vídeo con su canción: “La fuerza de sus sueños”, de Lilly Goodman. Tiene un contenido significativo para este tiempo: “Cada día con el sol renacen nuevos tiempos, nuevas oportunidades… creo en un Dios que me renueva, que borra el pasado y nos entrega la fuerza de sus sueños… para el futuro ver y con certeza vislumbrar que lo mejor vendrá…”.
Después, Germán, como coordinador, nos presentó el camino recorrido hasta ahora. Mirar hacia atrás para continuar hacia el futuro; presentó a Ana García fi incorporada a la Comisión hace poco tiempo y, con imágenes y frases, nos fue poniendo ante la vista esa historia reciente pero que tiene su itinerario: Quiénes somos la familia de M. Cándida, dónde estamos, bajo un paraguas grande o pequeño?. Niveles dentro de esa familia, opciones ante una llamada. El carisma no es propiedad privada de nadie, es un regalo del Espíritu a su Iglesia y podemos vivirlo desde vocaciones diferentes. Es seguir a Jesús con una mirada peculiar a su persona y a su programa de vida que es el evangelio.
Tenemos muchas preguntas pero eso es bueno porque nos empuja a la búsqueda continua aunque se nos mezclan con temores: ¿estaremos actuando bien? ¿tenemos ritmo muy lento? ¿suficiente claridad o no tanta?.
Habíamos enviado un documento-síntesis elaborado hace algún tiempo donde intentamos definir qué significa ser Familia Madre Cándida y en él se recogen los elementos que creemos fundamentales de los cuales también hablamos en este momento de diálogo: es una llamada, opción personal, que pide respuesta, nunca hablaremos de obligación sino de opción; modo de vivir el evangelio, en comunidades pequeñas, en búsqueda discernida…
Y después hicimos eco en pantalla de lo que más nos llegó y cuál sería el paso siguiente; y también verbalmente; éstas eran algunas de las expresiones: misión compartida, hacia un horizonte común, concretar grupos, diversidad, seguir buscando… escuchar al Espíritu, animar grupos en los lugares, encontrarnos por zonas… ampliar la invitación: no solamente en los colegios sino en otros ámbitos, discernir juntos, sentido de pertenencia.
Después de un rato de diálogo recogemos la reunión con otras dos palabras: qué sentimiento ha predominado, a qué me impulsa: Esperanza, alegría, agradecimiento, búsqueda, compromiso, inquietud… y nos lleva a: seguir buscando, corresponsabilidad, caminar juntos, confianza, invitar a las personas.
Nos despedimos con mucho agradecimiento de parte de la Comisión a todos los participantes por su presencia virtual -que pide tiempo- y su colaboración y de ellos escuchamos también la gratitud por este encuentro que respondió a un deseo unánime.
Somos conscientes de que nuestros planes de encuentros de diverso nivel -bajo el gran paraguas común- tienen que esperar para ser presenciales pero podemos seguir conectados virtualmente sin que falte la conexión cordial -la más importante- para mantener esos vínculos de familia amplia que nos unen.