El sábado 27 de abril coincidieron muchos acontecimientos que fueron motivo para dar muchas gracias a Dios. El día de la beata Antonia Bandrés, patrona de nuestras jóvenes en formación, el II Encuentro internacional de Educadores y la profesión perpetua de Esther Sanz. Un día lleno de emoción, de agradecimiento, de alegría, de encuentro en ambiente de fiesta, de celebración sentida y compartida.
La profesión perpetua significa la incorporación definitiva a la Congregación de las Hijas de Jesús. Este paso que se ha ido fraguando en lo cotidiano, en el día a día en el proceso de formación. Esther, públicamente, expresó que quería ser Hija de Jesús para siempre.
En el fondo, lo que vivimos el sábado no ha sido más que un paso más en una historia de amor, la de Dios con Esther. Una historia entretejida de acontecimientos, personas, llamadas, sueños, tiempo dedicado a la escucha, a la formación, a cultivar esa relación y crecer en la vocación de Hija de Jesús.