«Con Dios todo lo puedo». ¿Nos damos cuenta de lo que decimos…?

Que lo podemos todo…
Que somos capaces…
Que somos posibilidad…
Que somos oportunidad… 
Que somos comunidad…
Que somos familia…
Que somos más cuando somos juntos…
Que somos llamados a la totalidad…
Que somos invitados a la plenitud…
Que somos enviadas…
Que somos misión…
 

Que somos…

Entre abril y mayo de 2019 las Hijas de Jesús hemos celebrado la Congregación General (CG) XVIII. Una experiencia de Cuerpo en la que nos hemos puesto a la escucha del Espíritu. Un tiempo para escuchar la realidad, la vida, las personas y escuchar lo que Dios nos dice y pide a través de ellas. Un tiempo de reconocernos en nuestra vocación, de contagiarnos esperanza, comunión y pertenencia, de experimentar el universalismo y la diversidad como fuerzas enriquecedoras de nuestra vivencia carismática. Un tiempo que la congregación vive cada seis años y que sirve para ver a qué se siente llamada para los siguientes seis.

Llegaron a la CG XVIII muchas peticiones y sugerencias de las comunidades de Hijas de Jesús y de los laicos, y pudimos constatar que la vida es dinámica y tiene rostros diferentes en las distintas realidades. Y vivimos de una manera muy profunda y existencial, que queremos seguir fortaleciendo el camino que juntos, laicos e Hijas de Jesús, vamos realizando para servir más y mejor.

La CG XVIII ha dado una única Determinación para las Hijas de Jesús, con el deseo de mantener el Cuerpo en su buen ser y de adecuarlo a lo que piden las actuales circunstancias del mundo para, con mayor claridad, manifestar la bondad de Dios que a todos hace hermanos. Durante el proceso de discernimiento fuimos recordando que la pobreza evangélica siempre ha devuelto la vida religiosa a lo esencial y que su debilitamiento la aleja de lo fundamental.

Fuimos viviendo como confirmación que «seguir de cerca a Jesucristo que eligió para sí la pobreza» era más que una urgencia, era una necesidad y por ello es la única determinación que nos damos. Confiamos en que nos ayudará a recuperar capacidad profética y radicalidad evangélica.

También vimos aspectos de nuestro quehacer apostólico que necesitan ser impulsados para que nuestra colaboración con el Reino tenga más vigor, llamadas universales que hemos de cuidar de manera especial laicos e Hijas de Jesús. Es nuestra manera de hacer actual y real aquella inspiración.

Dichas llamadas son:

  • Urgencia en poner en práctica el discernimiento en común Como Congregación de espiritualidad ignaciana, el discernimiento es modo nuestro de proceder y actitud constante en la vida. Nos dispone a salir del propio amor, querer e interés, para buscar y elegir lo que Dios nos pide. Notamos que, siendo algo vital y radical, algo que está en nuestra propia identidad, debemos recuperarlo, no sólo a nivel personal, sino como práctica de discernimiento en común, para que nuestros proyectos apostólicos respondan al bien más universal y a las mayores necesidades. ¿Cómo no abrirnos a la voz del Espíritu?
  • Comprometernos a proteger la casa común Es urgente. Es vital. Es de justicia. Y como familia humana ya vamos tarde. La encíclica del Papa Francisco `Laudato si’ nos presenta el cuidado de la casa común como una urgencia del planeta. Y es que somos responsables del deterioro del mundo. Esa urgencia nos lleva a comprometernos, desde todos los ámbitos de nuestra misión, a proteger la casa común y a vivir una ecología integral en comunión con toda la creación, para combatir la pobreza y restaurar la dignidad de los excluidos. Es un reto cultural, espiritual y educativo, inseparable de la justicia social. ¿Cómo no cuidar la creación, que es cuidarnos a nosotras mismas y a los demás?
  • Responder al grito acuciante que nos llega de los migrantes y refugiados. Demasiado tiempo escuchando este clamor. Demasiado tiempo diciendo al mundo que migrar es un derecho. Demasiado tiempo recordando que todos hemos sido o somos migrantes. Esta herida nos desafía a seguir colaborando con otros y a tomar posturas más audaces y definidas, que garanticen la protección de la dignidad humana, el acompañamiento y caminos de integración en la sociedad de tantas personas y pueblos que han de abandonar su tierra por buscar una vida mejor, o al menos, una vida. ¿Cómo no responder ante el sufrimiento de los hermanos?
  • Seguir insertándonos en la pastoral eclesial con los jóvenes. Estamos convencidas de que Jesús sigue llamando a la juventud a vivir la vida con sentido. Y nos sentimos invitadas, como Familia Madre Cándida, a seguir apostando por cada joven que se abre a la vida y a caminar con él o ella. El Sínodo de los Obispos de 2018 nos ofrece propuestas orientadas a renovar la pastoral juvenil vocacional y a liberarla de esquemas que ya no son eficaces. Los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con creatividad y audacia. Ellos nos hacen ver la necesidad de asumir nuevos estilos y nuevas estrategias. ¿Cómo no embarcarnos en esta aventura con los jóvenes?
  • Seguir abiertos a caminar como Familia Carismática lo sentimos y vivimos como un regalo del Espíritu a la Iglesia, vivido desde las dos vocaciones: laical y religiosa. Queremos seguir abiertas y en búsqueda del horizonte y de los pasos que el Espíritu nos impulse a dar como familia carismática. Hijas de Jesús y laicos nos ayudamos a vivir en fidelidad nuestro compromiso en el seguimiento de Jesús. Es preciso seguir creciendo en reciprocidad y formación conjunta. ¿Cómo no abrirnos a la sorpresa, a la esperanza, a la vida que está por llegar?
  • Promover la unión y articulación de los educadores de nuestras escuelas Hoy en día el mundo nos está planteando grandes retos educativos y se abren caminos de futuro. En este mundo interconectado podemos ser unos, ayuda para otros, por lo que trataremos de promover la unión y articulación de los educadores de las escuelas que siguen el estilo educativo de la Madre Cándida en todos los lugares en los que estamos. Seguro que con ello nuestras escuelas ganarán fuerza evangelizadora y se abrirán a una educación con horizontes más amplios. ¿Cómo no vibrar ante algo tan nuestro como la educación y ante el reto de hacerlo juntos?

Grandes retos por delante, un horizonte que sigue apuntando a la Vida, escrita con mayúscula. Pasos conjuntos que abren a nuevas posibilidades. Fieles al Evangelio. Intentos confiados para hacer del mundo Reino.

 «La inspiración que Juana Josefa tiene ante el altar de la Sagrada Familia se transforma en el pórtico de entrada que nos conduce al 150 aniversario de la fundación de la Congregación. Son años de fecundidad que nos invitan a profundizar en nuestra identidad, para vivir en medio del mundo como verdaderas Hijas de Jesús. Este aniversario nos llama a ofrecer un nuevo rostro del carisma».

Un nuevo rostro desde la vivencia de la identidad carismática. Desde el Otro y con otros. Y lo mejor es lo que cada cual descubramos.

¿Qué nuevo rostro de tu propia identidad descubres hoy?

 

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