El corazón. El centro de la persona. Juana Josefa se dejó guiar por el corazón. El corazón es el centro del deseo verdadero, ése al que Ignacio se refiere como deseo de deseos y cuando el corazón se llena de Dios, todo puede pasar.

La letra de la canción «En ti» del disco «Fuego y abrazo» de Ain Karem es muy sugerente:

En ti que no quiebras la caña cascada,
en ti que sostienes la mecha humeante.
En ti mi vida encuentra descanso…
Confío en ti buen Jesús
Hazme como Tú, sanadora de quebrantos.
Hazme como Tú, soplo alentador,
portadora de tu pan y tu consuelo.
Hazme como tú… Señor Jesús

Hazme como tú, sanadora de quebrantos. ¡Hay tantos! Cercanos y lejanos; en casa, en la familia, en los centros educativos, en nuestros lugares de trabajo, en nuestras comunidades… Algunos, acuciantes. Hay un quebranto brutal hoy en día, el de las fronteras, que no es exclusivo de nuestro país, pero que aquí es acuciante.

Fronteras de muerte.

Fronteras de mentiras. Fronteras de sinrazón. Fronteras con concertinas. Fronteras cada vez más altas. Fronteras con puertas para devoluciones en caliente. Fronteras que hacen que algunos propongan que las mujeres den en adopción a sus hijos antes de nacer para no ser devueltas.

Fronteras de vergüenza.

Mar convertido en cementerio y olas que son monstruos que engullen vidas. Pero no es culpa del mar y las olas. Es culpa de las políticas deshumanizadas y deshumanizadoras.

Warsan Shire, poeta somalí, dice:

«Solo abandonas tu hogar cuando tu hogar no te permite quedarte. Tienes que entender que nadie sube a sus hijos a una patera a menos que el agua sea más segura que la tierra. Nadie pasa días y noches enteras en el estómago de un camión a menos que los kilómetros recorridos signifiquen más que un simple viaje».

Pero podemos ser soplo alentador. Desde el sueño de la Madre Cándida de educar para un mundo más justo, más humano, más casa y más hogar, podemos ser sanadoras de quebrantos. Regalemos una educación desde y para la justicia, una educación en la que propiciemos experiencias personales que toquen corazones y pieles, en la que nos sentemos a comer en la mesa fraterna y anunciar la esperanza propia del Evangelio.

Seamos casa y familia de acogida, de apertura, de hermandad, de compasión. Dejémonos llevar, como Juana Josefa, por lo que el Espíritu le movía, le inspiraba. Dejémonos llenar el corazón y caminemos con quien sufre…

HazNOS como tú… sanadoras de quebrantos…
hazNOS como tú, soplo alentador…
portadoras de tu pan y tu consuelo,
hazNOS como tú Señor Jesús…

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