Dios también muestra su misericordia a través de su paciencia. Él nos espera, nos acepta, nos perdona. El Señor nos llama, insiste sin descanso y, aunque a veces no recibe respuesta, no se rinde. No le hagamos esperar y aprendamos, como Él, a ser pacientes, conservando la serenidad, sembrando y transmitiendo paz a quienes nos rodean.