El fin de semana del 17-19 de marzo, nos reunimos parte del grupo que participamos el verano pasado en el campo de trabajo de Almería. Algunos tuvieron que viajar desde bien lejos, pero sentíamos el deseo de reencontrarnos.  El enclave era precioso: la sierra de Guadarrama(Madrid) y el buen tiempo también nos acompañó.

La comisión del campo de trabajo (Josema Briones, Silvia Rozas y y Pakea Murua) preparamos con mucho mimo este encuentro. Uno de los motivos que nos llevó a convocar a este grupo es que en nuestro proyecto de PJV queremos acompañar, seguir haciendo camino, con los que participan en las experiencias de verano.

Me expresa muy bien lo que queremos esta reflexión que encontré en un blog (pincha aquí para leerlo entero):   

“En la realidad, los procesos caminan de forma holística, es decir, poniendo en juego todas las dimensiones de la vida desde microrrelatos cotidianos de experiencias y el reconocimiento de identidades dinámicas. Si miramos con profundidad, reconoceremos tejidos comunitarios, relaciones que buscan ser uno y donde cabemos todos sin excepción. Por eso, las propuestas no han de ser estructuras rígidas de formación, sino contextos de pertenencia; donde las estructuras se flexibilicen para que las experiencias se vivan como parte de un proceso narrado en primera persona (y no en tercera). Sólo será posible una pastoral vocacional posmoderna si afrontamos que la pastoral vocacional ha de diluirse en una pastoral ordinaria cada vez menos juvenil; aunque cada vez más existencial. Haremos así que toda la pastoral sea vocacional en un sentido amplio.”

Nuestra propuesta fue posibilitar un espacio tranquilo para rememorar lo vivido el verano pasado, a pasar por el corazón. Para ello releímos personalmente el cuaderno de vida, recordamos a través de unas fotografías  las personas con quienes tuvimos contacto, aquellos que nos movieron el corazón, nos dejaron huella o nos dejaron “descolocados”. También compartimos qué nos ha supuesto esta experiencia en la vida diaria. Confieso que me emocioné en más de un momento en el compartir . Y es que lo que se “respiraba” mucha hondura, confianza. La gente “se mojó” mucho. Sentí mucho la presencia de Dios, me encontré ante “tierras sagradas”.

También nos preguntamos por el sentido de nuestra la vida, cómo queremos vivir la vida, desde dónde. Y también reflexionamos a qué estamos llamados en la vida. Una de las cosas que compartíamos es que cada uno de nosotros tenemos un lugar en la vida, estamos llamados para aportar en nuestra sociedad, en nuestro entorno. Recordamos aquello que el verano pasado uno de los testimonios nos hizo llegar como un mensaje : “Cada uno de nosotros somos el mejor regalo”.

Comparto un vídeo (pincha aquí para verlo) donde plasma un poco lo que supuso este campo de trabajo.

Hace poco, en este mes, el Papa nos decía: “Los jóvenes tienen en sus manos el desafío de construir un futuro más solidario y más justo. Apoyémosles.”

Pidamos con el Papa para que se movilicen y luchen con generosidad por los cambios que el mundo necesita”.

Pakea Murua FI

Equipo PJV España-Italia