Salamanca de Año Jubilar Teresiano

El domingo 13 de noviembre, la Catedral de Salamanca abrió, con la presencia de su obispo, la Puerta Santa del jubileo dedicado a Santa Teresa, doctora de la Iglesia y patrona de Salamanca.  El rito se realizó en torno a la antigua puerta de Santa Lucía, que posteriormente se abrió y por la que accedimos a la catedral todos los allí presentes.

¡Cuánto habría disfrutado nuestra Madre Cándida en este acto de apertura por los 400 años de su nombramiento como doctora de la Iglesia!  En su vida, y según sus posibilidades, ya lo demostró con el regalo del birrete bordado por ella misma como obsequio y reconocimiento a esa gran mujer tan querida y admirada por nuestra fundadora.

Intentando recoger su testigo, gran parte de la comunidad de Mostenses de Salamanca, estuvimos presentes en el acto. Allí estaban también todas las Hijas de Jesús. Quisimos hacer presente el Cuerpo Congregacional con la sentida presencia y compañía de nuestra Madre Cándida.

Deseamos y pedimos que esta oportunidad de celebrar el año jubilar en Salamanca nos ayude a descubrir lo que implica cruzar la Puerta Santa. Entrar significa descubrir la profundidad de la misericordia y el amor del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno. El que cruza esta puerta, debe hacerlo con espíritu de conversión y de renovación

En un jubileo, la Puerta Santa sirve para “indicar a los fieles que pasar por  la puerta de la Iglesia significa una actitud de acogida, de agradecimiento, de pedir perdón, de pedir nuevas gracias o saber, con seguridad, que vamos a recibir una bendición”.  A través de Santa Teresa se nos invita a acercarnos a nuestro «castillo interior», a la interioridad de cada uno, a esa conciencia de ser amado que está en lo más hondo de cada uno. Santa Teresa, como “maestra de oración” nos pide que nos atrevamos a entrar: «En la morada principal del castillo vive Dios y nos espera. Antes de ir a ningún sitio, moveos hacia dentro, acercaos a vosotros mismos. Ahí está Dios”.

ORACIÓN A SANTA TERESA DE JESÚS   

Santa Madre Teresa:
venimos a encontrarnos contigo en este año jubilar,

para experimentar singularmente tu presencia viva.

Tú encarnaste la vida que anhelamos, la de Dios, la del espíritu.

A ti Dios te entró hasta el alma;

nosotros apenas lo vislumbramos por la fe.

Se pacifican nuestros corazones con tus palabras:
“Nada te turbe, nada te espante.

Todo se pasa, Dios no se muda.

La paciencia todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene nada le falta.

Solo Dios basta”.

Gracias, Madre Teresa,
nos consuela permanecer junto a ti,

pues enciendes en nuestras vidas nuevo fuego

para servir al Señor y a los hermanos.

Tu compañía y tu palabra iluminan las dificultades del camino

y nos llenan de esperanza.

Intercede por nosotros ante Dios, nuestro Padre
y su hijo Jesucristo. Amén”.

Inés Cruz Maíllo FI