Qué difícil es cerrar una maleta, elegir lo necesario, soltar lo superfluo, pero soltar también recuerdos, sentimientos… Cosas que nos dan seguridad pero no caben en la maleta y hay que dejarlos y centrarnos en lo importante.
Parece banal hablar de equipaje, pero en estos últimos momentos, antes de partir hacia Cuba, mi nuevo destino, es lo primero que me sale. Seleccionar y dejar a un lado lo que no es necesario. Y ante cada cosa que meto en esta maleta, la pregunta que me brota es: ¿será necesario?
Es muy fácil decir que debemos ir ligeros de equipaje, pero en nuestro mundo y en nuestra sociedad nos llenamos de necesidades, se nos pegan tantas cosas que a veces no nos dejan avanzar por el peso. Nos van quitando libertad. Son como un ancla que nos inmoviliza.
Es una buena terapia abrir la maleta y sacar lo que no es realmente necesario, por lo tanto, debo dejarlas… Y, a pesar de todo, descubro que mi maleta se llena de cosas que quizás no sirvan para nada. Pero al igual que lucho por dejar cosas, mi corazón va llenándose de miradas, experiencias, de rostros, de lágrimas, de diferentes situaciones que no pesan sino que dan fuerza para caminar, para seguir, para impulsar.
Hoy, con los nervios que supone salir de lo conocido, doy gracias por vivir este momento y vivirlo en Salamanca. Aquí nace la Congregación, aquí empieza a hacerse realidad el sueño de la Madre Cándida y desde aquí quiero seguir diciendo como ella, que nuestra vocación es para ir y discurrir por cualquier parte del mundo… Compartir con el pueblo cubano me llena de alegría. No lo conozco, pero siento que me une el cariño a ellos, a la tierra, a lo nuevo que encontraré.
Me preguntan cómo me siento… Creo que todos los sentimiento los tengo juntos al mismo tiempo pero hay alguno que es más patente, la confianza y la alegría. Si todo lo pudiera resumir en una frase creo que sería: Gracias Señor por elegirme. Gracias a la Madre Cándida porque el mundo era pequeño para todos sus deseos. Gracias por la gente que me ha acompañado en este tiempo, la familia que te apoya aunque no lo entienda. Gracias por tener el corazón lleno de rostros que vienen conmigo.
Rosa Orts FI