Se cumplen 100 años de la muerte de Mª Antonia Bandrés Fi, a la que familiarmente conocemos con el nombre de Antoñita. “Algunos ya la conocéis de oídas; otros, de mucho más”, escribió Mª Luisa Matamala en la introducción de “Natali nos habla de Antoñita”.

Junto a la Madre Cándida, Antonia Bandrés fue beatificada el 12 de mayo de 1996. En la Congregación es considerada Patrona de las Hermanas en formación, por haber fallecido siendo todavía juniora. El día de su fallecimiento, el 27 de abril, fue escogido también por FASFI como fecha en la que conmemorar el día de la Fundación por el compromiso social demostrado por la joven en su corta vida. 

Compartimos hoy sólo algunas pinceladas de la vida esta Hija de Jesús, puestas en la boca de su hermana Natalia y extraídas de “Natali nos habla de Antoñita” que os invitamos a (re)leer.

“Tenía yo menos de dos años cuando nació mi primera hermana. Fue el 6 de marzo de 1898. Era muy pequeña para recordarlo, pero la amatxo me decía siempre que me puse loca de contenta con su llegada. La verdad es que su nacimiento fue una bocanada de alegría en la casa: acababa de morir mi abuela materna -por ocho días no conoció a su nieta- y todos, pero principalmente la ama, estaban muy tristes. Y esta chiquilla vino a poner gozo en los corazones. Era como una premonición: la vida de mi hermana sería eso a lo largo de su existencia, alegría para los demás”

 

“A los cinco o seis años era una niña un tanto cargante. Incluso a mí, que la quería un montón, me exasperaba a veces. A la menor contrariedad ponía el grito en el cielo y nos hartaba a todos con sus lloriqueos y sus berrinches. Su gran sensibilidad y, quizás, la excesiva protección que recibió en el hogar, debido a su precaria salud en los primeros años de su niñez, hicieron que se mostrase, con cierta frecuencia, susceptible y caprichosa […] Mi madre estaba preocupada con sus repetidas rabietas. En más de una ocasión la oí exclamar, contrariada: “¡Qué chiquilla tan fastidiosa! ¡Cuánto va a sufrir con este carácter! Es verdad que los enfados se le pasaban en seguida y volvía a ser, al instante, la criatura dulce y encantadora de siempre. Si os cuento esto es para que entendáis que los santos no nacen, sino que se hacen. Y vaya si cambió Antoñita y supo suavizar esos brotes bruscos de su temperamento y pulir esas aristas impetuosas de su genio fuerte y fogoso”

  

 “A sus once años, en el pórtico casi de la adolescencia, Jesús se había cruzado en su vida. Ni ella misma sabría deciros cómo. Pero no cabe la menor duda de que era lo más importante en su existencia ya en aquellos tiempo. Por entonces -era el año 1909- hizo su primera comunión. […] Creo que ese día lo vivió ella hacia dentro. La vimos muy fervososa al acercarse a comulgar y bastante despreocupada de lo que pasaba a su alrededor”

 

 “Cuando la Fundadora llegó a nuestro lado, después de conocer que éramos hermanas, me abrazó primero a mí, que estaba delante en la fila. Luego sus ojos se clavaron fijamente en Antoñita. Su mirada se hizo penetrante y misteriosa. Percibí que mi hermana estaba emocionada. Durante unos instantes, que a mí se me hicieron eternos, la Madre Cándida permaneció en silencio […] Dijo como en un susurro: “Antoñita será Hija de Jesús”… “También tú, Natali”.

  

“Tendríais que haber oído su risa contagiosa y espontánea para entender lo alegra que era. […] Antoñita era una artista y hubiera triunfado en las tablas. Tendríais que haber visto la facilidad con que imitaba a toda clase de personas en sus gestos o en sus voces. En cualquier festejo de amigos o en las reuniones familiares, se le pedía enseguida que sacase a relucir sus artes y habilidades. no se hacía de rogar”

 

“En casa se necesitaban personas que ayudasen en las tareas del hogar. Desde muy pequeños, mi madre nos hizo adoptar una actitud de respeto y deferencia hacia estas muchachas que trabajaban con nosotros. No era raro encontrar a Antoñita, con su delantal azul, fregando la loza o limpiando los zapatos. A partir de sus quince años colaboró con el Sindicato Católico Obrero, trabajó con entusiasmo en la formación de las obreras: atendía, en las primeras horas de la noche, a unas veinte jóvenes trabajadoras. Las instruyó en la lectura y escritura, en las labores de aguja y oros trabajos caseros. También les enseñaba canciones religiosas o del folklore vasco […] Las conoció personalmente, se hizo su amiga, supo de sus problemas y se interesaba por cada una de ellas en particular”. 

  

“Mi madre, de gran sensibilidad social, colaboró no poco en la promoción de las muchachas que trabajaban en las fábricas. Y Antoñita…, a partir de sus 15 años, colaboró en el Sindicato Católico Obrero. Trabajó con entusiasmo en la formación de las obreras. En las primeras horas de la noche atendió a unas 20 obreras y las instruyó en lectura y escritura, labores de costura y otros trabajos caseros. También canciones religiosas y del folklore vasco. Aparte de su tiempo y de su cariño, los ayudaba también materialmente con sus pequeños ahorros.”

 

 ¿Quién no descubre en Antoñita rasgos de joven que todos quisiéramos tener? Cariñosa, alegre, divertida, sensible, cercana a la gente, deseando ayudar… y ayudando. Incluso las rabietas de niña nos hacen sentir que todos venimos hechos de una “pasta” muy parecida. Conocer y querer a Jesús ayudó a templar su carácter y a orientar su vida. Con 17 años va a Loyola a hacer Ejercicios Espirituales dispuesta a decidir en ellos el rumbo de su vida. Y lo decidió, lo acogió a pesar de que nadie creía que fuera capaz de salir de su casa por lo mucho que los quería. Sí, como te pasa a ti, no todo eran consuelos. Tuvo momentos de desánimo en los que experimentaba su impotencia y el desgarro de su corazón. Sabía, por la fe, que Dios estaba con ella pero no siempre sentía su presencia y consuelo.

En una sociedad líquida y frágil, la Iglesia nos propone modelos de vida plena que ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos. En este caso, de nuestra misma familia carismática. Y a ti, ¿a qué te anima la vida de Antoñita? La pequeña “fastidiosa” que hará exclamar a sus vecinos: “¿por qué se irá monja esa joven tan encantadora?”. Pues, ¡porque Jesús no tiene mal gusto! podríamos contestarle hoy.

Feliz día de Antoñita. Nuestro recuerdo y oración para las postulantes, novicias y junioras de las Hijas de Jesús.