En este tiempo de 2020, (como todos los que #nosquedamosencasa por responsabilidad, por miedo, por cumplimiento de la ley… y por no tener que realizar servicios especiales o poder teletrabajar… ) estaban en cada comunidad las Hijas de Jesús, llorando, abrumadas, tristes y preocupadas por la situación, por tanta gente sufriendo, por la realidad mundial, social, congregacional, comunitaria y también personal.

En este tiempo de confinamiento se acercaron, como tantos otros, a vivir la “Pascua on-line” a través de las propuestas de la web de hijasdejesus.es, o con el Papa en el Vaticano, o mediante las propuestas de Jesuitasesp, o cualquier otra propuesta… porque lo verdaderamente importante, aun sin que quizá lo supieran… es que estaban haciendo un espacio mucho más grande y profundo a Dios.

Ajenas todavía, como todos, a todo esto que estamos viviendo, en este ya más de un mes, las Hijas de Jesús habían recibido allá por finales de agosto, la determinación de
la CGXVIII junto con las seis llamadas a la acción apostólica, prioridades de por dónde el Señor las quiere vivas y entregadas a la misión, para los próximos años.

De nuevo las preguntas a Dios, a dónde nos quieres llevar, qué quieres de nosotras

Jesús resucitado, en este momento se acerca y dice: “¿Por qué lloráis? ¿A quién buscáis? ¿De qué discutís? ¿A qué tenéis miedo? ¿No habéis pescado nada?” Y salen las mismas respuestas: muchas somos mayores, hay pocas vocaciones, en cada obra puede haber poca presencia de vida religiosa, la misión compartida con los laicos no es tan fácil ni está madura, tenemos poca presencia con los jóvenes y con poco fruto, hay complejidad institucional, individualismo, desesperanza, la familia Madre Cándida no termina de cuajar, no tenemos un proyecto social con el que demos respuesta a situaciones sangrantes de migración y refugio, nuestra sensibilidad para el cuidado de la casa común no pasa mucho de la separación de residuos, tenemos voto de pobreza y sin embargo, lo tenemos todo resuelto y cubierto…

Jesús nos dice: – “¡Hijas mías!, ¡Hijas de Jesús!, ¡Familia Madre Cándida!” 

Nosotras nos volvemos y decimos: ¡Jesús! 

Jesús nos dice: – “Soltadme de vuestras evidencias y seguridades, de vuestros planes y proyectos, de vuestras agendas y calendarios, de vuestras terquedades y miradas cortas, de vuestros egoísmos e individualismos, de vuestras comodidades y divisiones. Os quiero vivas, sin separar vuestro corazón del mío, sed verdaderas Hijas de Jesús, dad lo único que tenéis, el nombre de Jesús; poned a los jóvenes en contacto directo conmigo, acompañad a cada persona en su situación y que se encuentre con Dios, id y anunciad el evangelio hasta los confines del mundo y sabed que yo estaré con vosotras todos los días de vuestra vida.

Mª Carmen Jiménez fi
Coordinadora de Pastoral Juvenil Vocacional