El pasado mes de noviembre comenzó la visita canónica de la Superiora General, Graciela Francovig, por la Provincia. Continuando su camino por España, el 15 de marzo visitó, acompañada por la Consejera General, Sonia Regina, la Casa Provincial.
Cuando la Superiora General viene a España, la Casa Provincial se convierte en su casa de referencia y, así, va y viene con cierta frecuencia mientras discurren los encuentros con las hermanas y las realidades que tocan de cerca las diferentes comunidades. Para nosotras, las que vivimos aquí, es una suerte. No solo porque los momentos informales compartidos nos dan la oportunidad de conocerla mejor, tanto a ella como a la Consejera General, sino también porque, de alguna manera, participamos de la vida y vitalidad de la Provincia y eso siempre vivifica. Ella suele repetir: “¡Hay vida en España!”.
Pero también, como en el resto de comunidades, disfrutamos de esta experiencia significativa de animación que es una visita canónica. El encuentro empezó a primera hora de la mañana, con la celebración de una eucaristía en la Parroquia de María Auxiliadora y, a continuación, iniciamos la charla personal con cada una de las hermanas de la comunidad.
Más tarde, la Superiora General, las Hijas de Jesús de la Casa Provincial y los laicos que trabajan en las oficinas, a los que Graciela quería conocer y escuchar, tuvimos un encuentro. Tomamos un café juntos y, al terminar, nos reunimos para dialogar sobre la situación y las tareas que desempeña cada uno en su puesto. Graciela, por su parte, quiso aprovechar este momento de compartir y de escucha para animarnos a seguir haciendo equipo. “Es un gusto ver cómo Hijas de Jesús y laicos trabajan conjuntamente”, aseguraba con la cercanía y la cordialidad que tanto la caracterizan.
El sentimiento con el que nos quedamos tras la visita de la Superiora General es de gratitud absoluta. El encuentro con ella nos ha llenado de esperanza, nos ha inspirado y nos ha motivado a seguir creciendo en este camino compartido. Su visita, además, “ha fortalecido nuestro sentimiento de pertenencia a esta gran familia que formamos: la de la Madre Cándida”, en palabras de los laicos.
¡Gracias por lo vivido!