‘Encontrar Alegría’ es una experiencia Sentido SUR creada, amasada y acompañada por las Hijas de Jesús, pertenecientes a la Red MAG+S. Tiene lugar en Bolivia, en el departamento de Cochabamba y se desarrolla entre el Centro Educativo Fe y Alegría y el Internado de las Hijas de Jesús en Buen Retiro; y la Pastoral en Irpa Irpa.

Este año, Naike Martín FI y cuatro jóvenes voluntarias han tenido la oportunidad de conocer una realidad diferente. Una sencilla y verdadera experiencia vital; que se ha traducido en un encuentro profundo con Dios, con ellas mismas, con los demás y con el mundo, en esa realidad tan vulnerable. Así nos lo cuentan dos de las cooperantes:

Ya ha pasado un tiempo desde que volvimos de Bolivia y sigo sin habituarme a mi vida de siempre. Sé que necesito más tiempo para ser consciente de todo lo vivido en esta experiencia y del cambio que ha generado en mí, pero siento que he vuelto diferente. Quiero escucharme y recordar cada vivencia y persona porque allí me he encontrado y he encontrado a Dios.

La experiencia ‘Encontrar Alegría’ en Bolivia me ha enseñado infinitas cosas. En primer lugar, la belleza del país con sus cerros, su diversidad de ecosistemas, su cultura, su increíble comida y su gente. Me ha enseñado a valorar la importancia de una buena acogida, pues me permitió sentirme como en casa desde el minuto uno en cada una de las comunidades de Hijas de Jesús con las que nos hospedamos. Me ha enseñado el poder de la verdadera generosidad, donde aquel que menos tiene más da; sin pensárselo, sin pedir nada a cambio. Me ha enseñado que, a pesar de las múltiples dificultades que puedan presentarse en la vida, el amor y la comunidad siempre dan luz y esperanza. Me ha enseñado a valorar mi suerte de poder comer el pan de cada día y a agradecer el esfuerzo de todos aquellos que trabajan en la tierra para proporcionar alimentos. Me ha enseñado la importancia de las raíces, las costumbres, la vestimenta, los bailes, la forma de hablar… La diversidad nos enriquece y nos ayuda a crecer, a entender y a amar mejor. Me ha enseñado que los gestos más pequeños (como una mirada cariñosa, una sonrisa, un “¿Cómo estás?”, un abrazo, un baile compartido o simplemente estar) construyen puentes y vínculos indestructibles. También me ha enseñado a quererme mejor y valorarme más, a sentirme una mujer capaz de mucho y con la virtud de poner en práctica los dones que se me han dado para construir el Reino. Podría seguir, pero prefiero acabar diciendo que Bolivia ya no será un simple país de Sudamérica, sino que esta tierra ya forma parte de mí, junto con todos los rostros de personas con nombres y apellidos que he conocido y con las que he compartido mi alma. De nuevo, GRACIAS infinitas, ahora toca seguir gastando la vida sin vaciarse allá donde vayamos.

Elena Paytubí

Todas estamos de acuerdo que volver de una experiencia de tales dimensiones, es difícil de explicar o resumir… Seguramente poner palabras exactas a lo vivido puede ser, incluso, imposible. Las cinco, en comunidad, hemos podido vivir otra realidad, otra forma de vivir, otra cultura…, que nos han llevado a abrir los ojos.

Bolivia es un país que se podría definir en: acogida, pueblo unido y vida. Y es exactamente así como nos hemos sentido las voluntarias, acogidas desde el primer momento en las comunidades de las Hijas de Jesús por las que nos íbamos alojando al largo del viaje. También nos hemos sentido parte del pueblo, como cuando los chicos del internado quisieron vestirnos con sus ropas tradicionales para que sintiéramos también, como dice su canción, el “Yo soy de Bolivia”. Finalmente, hemos visto la vida que desprende Bolivia en diferentes personas y situaciones que nos hemos ido encontrando, en las que hemos visto reflejado a Jesús y el Evangelio de manera evidente.

Nuria Durán