El Triduo pascual de la muerte y resurrección del Señor, comienza con la Cena del Señor. Jesús confía a su Iglesia esta cena, este testimonio de entrega y amor para que “brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida”.
El abajamiento de Dios que escenifica Jesús en el lavatorio del Jueves Santo empieza en el momento de la creación. Desde el momento en el que Dios crea
por amor Dios se arrodilla y renuncia a invadir la libertad de lo creado.
Ese mismo abajamiento que realiza Dios es al que está invitado el ser humano para hacerlo ante los demás seres humanos y ante el resto de la creación. Servir es la palabra clave en este día y cada día de nuestras vidas.
De rodillas ante cada uno
Sólo quien se deja lavar entra en la dinámica del seguimiento al maestro. Él se pone de rodillas delante de cada uno para incorporarnos a su corriente de servicio desde el suelo, desde abajo. Desde allí, postrado en el lugar del servidor, Cristo mira a los seguidores y a la humanidad. ¿Sientes su mirada arrodillada hoy ante ti? José Cobo, arzobispo de Madrid