“La Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y verdad”
(Jn 1, 14)
El año pasado el Papa Francisco nos exhortaba a celebrar con gozo y esperanza la sorpresa de un Dios niño, de un Dios pobre, de un Dios débil, de un Dios que abandona su grandeza para HACERSE CERCANO a cada uno de nosotros. Ante el pesebre nos espera este Dios niño, pobre, débil… Allí podemos contemplar al Emmanuel que nos llama a una mayor identificación con Él, con su modo de vivir, desde el Padre, en amorosa compasión con la humanidad (CG XVII, 11) Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que estremece nuestra mirada.
Y después de contemplarle, le anunciaremos con renovado entusiasmo, como un Dios cercano, porque se hizo uno de tantos, vivió entre nosotros y sigue caminando a nuestro lado. Que esta contemplación y anuncio nos lleve a celebrar un año más, en verdad, alegría y esperanza, la Navidad.
Nos encontraremos la noche del 24 adorando al Dios encarnado, contemplando la Palabra que se hizo hombre y vivió entre nosotros lleno de amor y verdad.
¡Feliz Navidad!
Con todo cariño:
MªCarmen Martín, Superiora Provincial