¡Feliz y Santa Navidad!

El Adviento nos ha conducido a Belén, nos ha posibilitado hacer un camino, un peregrinaje al interior de nosotras mismas. Esta conexión con lo mejor de cada una nos permite ponernos en camino y vislumbrar a quien es el Camino.  “Dios viene a darnos ejemplo con su humilde nacimiento. Dispongámonos para recibir en nuestro corazón al Niño Jesús, que viene con tanta pobreza y amor para salvarnos…”  (Santa Cándida, Carta 163 de 1898)

Hay que llegar a Belén, donde está Jesús para encontrárselo niño y necesitado. Hay que arrodillarse, hacerle reverencia y empequeñecerse ante su grandeza y fragilidad. Hay que contemplarlo y arraigarse en Él, como los árboles se arraigan en la tierra que es su suelo. Las personas como los árboles necesitamos raíces que nos sustenten y ayuden a crecer para dar fruto. Sólo quien está arraigado en buena tierra, permanece firme, crece, «madura», resiste los vientos que lo sacuden y se convierte en un punto de referencia para quienes lo miran. Pero, queridos, sin raíces nada de esto sucede: sin cimientos firmes se permanece tambaleante. Es importante custodiar las raíces, tanto en la vida como en la fe. A este respecto, el apóstol Pablo nos recuerda el fundamento en el que debemos arraigar nuestra vida para permanecer firmes: dice que permanezcamos «arraigados en Jesucristo».

Hay que permanecer en Belén, acogiendo el nacimiento de Jesús que ilumina la oscuridad de la noche que nos habita, impregnándose de la fuerza que emana su luz e invade las sombras que nos rodean. Contemplarlo en Belén nos compromete a irradiar su luz en nuestra realidad para embellecerla.

¡FELIZ NAVIDAD! BON NADAL! EGUBERRI ON! BO NADAL! BUON NATALE!

Mª Rosa Espinosa, Superiora Provincial