El campamento de verano Tux Tutti en Caivano (o “grest”, si asi lo queremos llamar) ha sido muy importante para mí. Después de haber participado durante tantos años como niño, en esta ocasión me aventuré a participar como animador, como ya hice hace algunos años, pero en esta ahora, después de haber crecido, esta experiencia ha tenido un impacto muy distinto a lo vivido la última vez.
Incluso antes de empezar a ocuparme de los niños que iban llegando, me había propuesto como objetivo el ayudarles a pasarlo bien, pero al mismo tiempo transmitirles y enseñarles algo significativo. Y esto así, porque el “grest” no es solo un tiempo para divertirse, sino también para aprender, para hacer muchos nuevos amigos y muchas más cosas.
Ver a los niños con una una sonrisa en la cara te hace feliz, porque te das cuenta que estás alcanzando tu objetivo. Cuando ves llegar a un niño con un rostro malhumorado y triste y que luego se va conteno, eso te anima. Quizá no te lo agradezca directamente, dada su corta edad, pero tú sabes muy bien que después de haberse sentido feliz te sonreirá, y esto es mucho más que un, ¡gracias!
Cada animador ha hecho su parte, lo cual me ha producido una gran satisfacción. De esta manera, en ningún momento lo hemos vivido como una carga. Si cada uno de nosotros hace su pequeña aportación, todas juntas forman algo grande. Grande ha sido la fuerza de voluntad de todos nosotros, grande la organización de todo y grandes los lazos que se crearon durante el campamento de este verano y que aún se siguen estrechando. Gocé mucho en estas dos semanas que, por desgracia, se me pasaron volando. Deseo revivir esta experiencia y tener la oportunidad para ello el próximo año.
Raffaele Antonelli, monitor de 17 años. Parroquia San Pablo Apostol. Parco Verde, Caivano.