“Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad”

La XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada nos recuerda un año más este don para la Iglesia y para el mundo en su riqueza de modos y carismas, inspirados por el Espíritu Santo a través de la escucha y el discernimiento comunitario. En coordinación con las jornadas que celebran las demás formas de vida cristiana en la Iglesia, este año el lema incluye la plegaria evangélica «¡Hágase tu voluntad!».

El presidente de Confer, Jesús Díaz Sariego, OP y la vicepresidenta, Lourdes Perramon Bacardit, OSR, dirigen un mensaje con motivo de esta Jornada de 2024

Cada año, al llegar la fecha del 2 de febrero, se nos invita a celebrar la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En esta ocasión, bajo el lema «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad». La XXVIII Jornada Mundial quiere poner de manifiesto el don de la Vida Consagrada desde la experiencia evangélica de María. A lo largo de la historia muchos hombres y mujeres se identificaron con el ‘Sí’ de María. Su respuesta afirmativa al Señor los hizo capaces de entregar su vida a la causa del Evangelio en los diversos caminos que el Espíritu, a través de los carismas, ha ido abriendo para el bien de la Iglesia en el mundo.

Llegamos a esta Jornada con muchas zozobras e inquietudes; pero también con no pocos proyectos de vida y misión en marcha. Renovamos así, en cada Jornada, nuestra esperanza. Una muestra de la vitalidad y dinamismo evangélico de la vida que hemos profesado. El don de Dios que los distintos carismas nos ofrecen no está agotado, ni su fuerza se ha detenido. Su gracia sigue presente en el corazón de la Iglesia y su urgencia está aquí y allá, donde la humanidad sufriente precisa de cuidado y acompañamiento. Cercanos y solidarios con todas las personas, especialmente con aquellas que más sufren, los carismas siguen evolucionando al ser llevados por la gracia de Dios hacia su mejor donación y entrega.

Con el lema, «Aquí estoy, Señor, hágase tu voluntad», queremos comunicar muchas cosas. Mostramos, en primer lugar, la acogida a lo que el Señor sueña y quiere de nosotros y nosotras. Pero también con ella manifestamos el compromiso de nuestra obediencia y su modo de vivirla y comprenderla. No olvidamos, por otro lado, el proceso sinodal en el que se encuentra la comunidad eclesial. Y este nos lleva también a la celebración del Año Jubilar de la Iglesia el próximo 2025. Un Jubileo ordinario de la Iglesia universal en el que la Vida Consagrada tiene un papel relevante, porque puede aportar su experiencia de vida como «peregrinos de la Esperanza» que somos, junto a todos los demás miembros de la Iglesia.

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