“Tomás de Aquino ha explicado que «pertenece más a la caridad querer amar que querer ser amado» y que, de hecho, «las madres, que son las que más aman, buscan más amar que ser amadas». “El amor puede ir más allá de la justicia y desbordarse gratis, «sin esperar nada a cambio» (Lc 6,35), hasta llegar al amor más grande, que es «dar la vida» por los demás (Jn 15,13). ¿Todavía es posible este desprendimiento que permite dar gratis y dar hasta el fin? Seguramente es posible, porque es lo que pide el Evangelio: «Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis» (Mt 10,8)
Amoris laetitia, 102
Hoy he ojeado la prensa, he escuchado la radio, me he colocado ante la pantalla de la televisión buscando gestos de gratuidad… ¡Se vende caro lo gratuito!
Sin embargo, S. Basilio me ha sorprendido hoy también con esta afirmación: ”Tenemos depositada en nosotros una fuerza espiritual, a manera de semillas que nos capacita para amar”.
Y me lancé a descubrir ese “desbordarse gratis” por las calles de mi barrio: por favor, ¿algún gesto gratuito que has hecho o has visto hoy a tu alrededor?
– Me detuve a charlar unos minutos con la joven rumana que espera unos céntimos a la puerta de una gran tienda.
– Le di una palmada en el hombro y una sonrisa a un vecino con el que no me hablaba hace tiempo por una riña doméstica.
– Mi vecina, de 88 años acogió en su casa durante una semana a una mujer que huía de su marido, y le ofreció techo, comida, compañía, le entregó las llaves de su casa y le compró reyes para ella y su hija…
– Invité a un bocadillo a un transeúnte mal vestido en un bar pero al no dejarlo entrar, me salí yo también, dejando al camarero con el bocadillo en la mano. Y nos fuimos a una terraza a tomar algo mientras le escuchaba sus
– Vi a mi madre muy apurada en las tareas de casa cuando llegué del instituto corriendo, para ver mi serie preferida y… me fui a ayudar a mi madre.
Sí, es posible y existe en nuestros ambientes la gratuidad, el desprendimiento. Es cuestión de cómo miramos, desde dónde miramos nuestra realidad, preñada de gente buena pero invisible, muchas veces; y… empezar cada día con el corazón dispuesto a vivir a tope [Mt, 25 (obras de misericordia)]