…y esto es porque no les concedo lo que me piden, porque yo enderezo las peticiones y le doy a cada uno lo que necesita y le conviene”.
(de los Apuntes espirituales de la Madre Cándida)
¿Qué pasos te sientes
invitada a dar para
responder a la llamada a
vivir una pobreza más
radical?
“No aflojes ni desmayes en el camino comenzado…” escribe la Madre Cándida en sus apuntes espirituales. Es lo que experimenta como voz del Espíritu. Esa misma voz también le dice: “Sigue adelante en el camino comenzado por mí…”.
Queriendo escuchar al mismo Espíritu, miramos por el espejo retrovisor de nuestra vida, conscientes de que solo así podremos llegar a la visión que nos proporcionan las luces largas en nuestro camino. Vemos entonces que este mensaje es también para nosotras.
Jesús también me dice a mí, a nosotras, que no aflojemos ni desmayemos en el camino comenzado… que sigamos adelante en el camino que Él comenzó un día en nosotras. Y así es, no queremos “aflojar”, queremos seguir comprometidas con nuestra vocación… De esto estoy segura.
Para ello –y poder crecer así en el buen ser del Cuerpo- necesitamos recuperar con urgencia la radicalidad de la pobreza evangélica.(Cfr. CGXVIII,7).
El profeta Isaías (3, 16-24) describe el “pecado” de las mujeres de Sión: orgullo, imagen, vanidad, superficialidad, egolatría, yoísmo… San Juan (12, 24-27), en cambio, nos pone el contrapunto: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto…”.
¿Dónde nos situamos nosotras, Hijas de Jesús? ¿Entre las mujeres de Sión que nos dice el profeta? ¿Entre los granos de trigo que caen en tierra…? ¿Qué nos ayudará más a formar el nuevo rostro de Hija de Jesús que el mundo necesita hoy (CG XVIII 11)?
Veamos un apunte más de la M. Cándida: “Huye, cuanto más lejos [mejor], de las honras y engaños del mundo, que corrompen el cuerpo y matan el alma”. Y es que la llamada a vivir una pobreza más radical pasa necesariamente por un camino de desprendimiento, de abajamiento, de humildad, de pequeñez…
A esto nos invita CFI 137, EE 98, Dos banderas… El mundo dirá que estamos locas, pero ojalá nos encontremos ahí todas. El primero de la fila es el propio Jesucristo: el más loco de todos.
Mª Carmen Martín, FI – Comunidad de Burgos