Ayer, 21 de mayo comenzó en Madrid, la 30ª Asamblea General de la CONFER bajo el título: «¿Quién manda aquí? Corresponsabilidad y obediencia». A dicha Asamblea asiste nuestra Superiora provincial, Mª Rosa Espinosa.
Jesús Díaz Sariego, OP, Presidente de la CONFER y Lourdes Perramon, OSR, Vicepresidenta de la CONFER han pronunciado un discurso de apertura en el que han destacado que “somos conscientes de los desafíos que nos presenta hoy el correcto uso de la autoridad que se nos confía y su ejercicio en los distintos Institutos y Congregaciones”.
«¿Quién manda aquí? Corresponsabilidad y obediencia» es el título de nuestra XXX Asamblea de la CONFER.Los Superiores Mayores (Generales y Provinciales) somos conscientes de los desafíos que nos presenta hoy el correcto uso de la autoridad que se nos confía y su ejercicio en los distintos Institutos y Congregaciones. Como contrapartida al ejercicio de la autoridad debemos considerar de nuevo la respuesta de los religiosos y religiosas, también la nuestra, en el compromiso con la obediencia. Autoridad y Obediencia, dos términos en revisión a la hora de profesar nuestros votos religiosos. Por otro lado, la corresponsabilidad nos abre a una nueva comprensión y nuevas posibilidades en el ejercicio de la autoridad, al enriquecernos mutuamente en la propia vocación. (...)
Somos conscientes de los desafíos que nos ofrecen hoy la autoridad y la obediencia, en un contexto social de crisis de lo institucional y un momento de profunda transformación de la vida religiosa. Desafíos que tienen que ver con nuestro modo maduro de relacionarnos. El uso no adecuado de la autoridad e incluso su abuso pueden llevarnos a desvirtuar su razón de ser, a romper la vida fraterna y sororal y a traicionar lo más preciado en las relaciones humanas cuando, lejos de ayudarnos a madurar y crecer en la propia vocación, nos sesga en la capacidad de escucharnos unos a otros y de tener en cuenta la dignidad personal de cada uno. (...)
La obediencia, por tanto, no solamente es un compromiso personal, es igualmente un compromiso comunitario a desarrollar en cada una de las Congregaciones y es un compromiso institucional que, desde la escucha a la realidad, nos mantiene en permanente salida. Es también, en nuestro tiempo, un compromiso intercongregacional. Los diversos carismas que configuran la vida religiosa en España tienen que hacer este doble ejercicio: escucharse más entre ellos y escuchar juntas y juntos la voz de Dios para nuestro tiempo. La escucha en comunión es una de las responsabilidades que debemos asumir en el presente. (...)
Hemos de enriquecernos mutuamente y ser capaces de llevar esta riqueza colectiva al quehacer diario de cada Congregación. El mundo de hoy quiere escuchar la ‘voz única de la Vida Religiosa’, más allá del carisma concreto que encarne. Del mismo modo que nuestro mundo secular necesita escuchar la voz de la Iglesia que, desde la diversidad y legítima pluralidad, es capaz de armonizar de forma polifónica el ‘canto del Evangelio’.